Tatau Bistro en Huesca

Ha sido una experiencia increible. Era la primera vez que iba a una estrella michelin y iba con al emoción y la incertidumbre de ver que me iba a encontrar. Desde la recepción, hasta el acompañamiento final a la zona de cafés y durante todo el servicio, la atención del pesonal es excepcional. Te hacen sentir especial. Y la comida realmente buena, buenísima... sorprendentes sabores, texturas y temperaturas contrapuestas que hacen que el comer sea toda una experiencia. Detalle por parte del equipo por ser mi cumpleaños, una foto y una vela de recuerdo. Sin duda para ir una vez por temporada. Mejor regalo de cumpleaños imposible.

Excelente lugar para comer 10 de 10

Tanto la comida como el servicio y el ambiente hicieron que fuera una experiencia de 10.

Sitio hipnótico. Ambiente con una decoración fascinante, un producto de muy alta calidad y un servicio fantástico. Para repetir.

Nueva visita al Tatau. Siguen en su línea habitual que es el excelente. La propuesta de su menú es fantástica y el servicio estupendo. Se esmeran en cambiar platos y los cambios no pierden un ápice de calidad. Un 10 para Tonino y el resto de cocineros que lo acompañan. Me sigue pareciendo que valoramos poco el lujo que supone tener en Huesca un local como éste. Por ponerles algún "pero", quizá podrían mejorar la carta de vinos (alguna referencia de vino sin alcohol desentona porque no está a la altura y algunas referencias de vino conocidas están bastante "sobre-preciadas"). Añadir una oferta de maridaje a su genial menú tampoco estaría nada mal.

Absolutamente increíble Ha sido una maravilla venir a Tatau, todo. Gracias y espero volver otro año

Una velada fantástica. Interior moderno con muchas referencias a tatuajes, películas y juguetes clásicos. La comida era delicada, refinada y, a veces, con un toque sorprendente pero muy sabroso. Personal muy amable y una cocina abierta con mesas más altas que crean un ambiente relajado. Los precios también son muy razonables para un restaurante con estrella Michelin. Nada del otro mundo, pero en general un menú increíblemente sabroso y una velada muy agradable para recordar Huesca. Sin duda lo recomiendo. Quizás un poco más orientado a un público más joven (¡de corazón! 😉).

Descubrimos Tatau en nuestra última escapada a Huesca y fue toda una experiencia. El local es pequeño, con barra y ambiente informal pero muy cuidado, decorado con un estilo rock & roll que sorprende desde que cruzas la puerta. La cocina es pura pasión: un menú degustación original que mezcla tradición aragonesa con toques modernos. Cada pase era un acierto de sabor y producto local, sorprendiéndonos con combinaciones como bonito con castañas o liebre melosa y equilibrada. El servicio nos encantó: muy profesional, amable y atento al detalle. La atención fue cercana y estaban dispuestos a explicar cada plato sin resultar pesados. La calidad del menú justifica sin duda el precio, en torno a 80 € por persona, y salimos con la sensación de haber vivido algo especial sin pretensiones excesivas. Perfecto si quieres disfrutar de una cocina creativa, basada en el entorno, en un ambiente relajado pero con personalidad.

Doy tres estrellas a la comida porque la salsa bearnesa estaba salada, los raviolis que siguieron también salados y el rape siguiente igual que lo explicado anteriormente. El sistema de mesas altas no acaba de ser cómodo pero si que aplaudo el traslado a otra zona para postres y café muy acertado. Gracias y volveremos!

Ahora todo se "reduce" a un único menú de varios pases o "tapas". Fórmula acertada, pues permite degustar más cosas, sin agobios, sin prisas, y saliendo saciado pero no empachado. Multitud de ingredientes y elaboraciones, sin exceso de ingredientes ni de vanguardia; ni falta que hace cuando el producto es excelente y el chef domina las cocinas catalana, aragonesa y francesa. La fabada, nunca comida tan buena. También el mini taco de anguila, que era ingrediente secundario, una explosión de sabor. Hasta el café fue destacable. Bastantes vinos por copas. Quizás pocas cervezas, o no nos las propusieron al menos. Dos pequeños peros, que aquí no deberían ocurrir por el precio y las expectativas: en la crema de pistacho el helado anula los sabores, y el foie cortado tan fino también queda eclipsado por sus acompañantes (hay francés económico de mejor calidad que este turolense). No emborronan una experiencia magnífica, desde la amable acogida al excelente café, pero sin "petits fours".