Un chino-japonés muy correcto, con un personal super amable. La sala (forrada en madera) es tranquila pero como de otra época... Pero lo que importa es la comida, copiosa y de buena calidad y a un precio imbatible. Probamos el pato, yakisoba, y chow mein que estaban muy ricos. Tambien algunos sashimi: el encargado os dará un consejo honesto. Y todo a un precio imbatible. Volveremos sin duda