Restaurante Vinas en Sabiñánigo

Es un hotel encantador , con unas vistas bonitas, servicio amable , hecho de menos algo más de comida a medio día … volveremos sin duda !!!!

Hemos estado como regalo de cumpleaños este finde, y todo perfecto. La habitación muy acogedora y limpia, el hotel precioso ,con una decoración especialacogedora, con tanto mimo hasta el ultimo detalle.La cena perfecta. Gracias a todos el personal que compone este hotel, por hacer tan agradable la estancia, destacar a Marc en el restaurante, atento, amable, gran profesional, sin duda volveremos, enhorabuena por vuestro trabajo y hacer posible estancias tan especiales e inolvidables.

Es la segunda vez que vamos y nos hemos vuelto a enamorar del hotel, es único y realmente maravilloso. Hemos estado 5 días y ha sido magnífico. Además, todo el equipo (María, Pilar, Arturo, Aitor, Andrea y Jota) han sido un absoluto 10 en hospitalidad. Ya va a ser un sitio seguro para volver una tercera vez.

Estancia agradable en general, con algunos detalles a mejorar. La atención por email fue correcta, y en el hotel, el servicio y la comida del restaurante estuvieron muy bien. Como sugerencia, estaría genial que variaran la crema de aperitivo para los huéspedes que cenan allí a diario. En cuanto al desayuno, el comedor puede volverse un poco caótico si bajamos todos a la misma hora; quizá ofrecer horarios escalonados podría ayudar, como en otros hoteles pequeños. La habitación, con balcón, estuvo bien, aunque la vista no era la que esperábamos hacia el Pirineo. El baño, sin embargo, podría mejorarse: faltan colgadores para las toallas, y la distribución es algo incómoda, especialmente en la zona del WC, donde el portarollos y el bidet complican el espacio. La nevera hacía algo de ruido y tuvimos que desconectarla cada noche y fuera de lugar porque no encajaba en su hueco. El hotel tiene encanto, y la decoración es acogedora aunque un poco recargada en zonas (por ejemplo, la recepción ves muchos papeles, impresora...y el área frente al ascensor), donde 'menos sería más'. En resumen, una estancia agradable con algunos puntos a pulir para mejorar la experiencia.

Este hotel es verdaderamente un chalet de cinco estrellas desde todos los ángulos. Es el retiro perfecto. Mi marido y yo viajamos en tren desde Madrid a Huesca, donde Violeta, una conductora recomendada por el hotel, nos recogió y nos llevó a esta espectacular propiedad. Como era bastante tarde, recibí una llamada del hotel mientras estábamos en el tren, ofreciéndonos organizar la cena a nuestra llegada o al menos dejarnos algunos bocadillos en nuestra habitación. ¡Qué pensativo! Lo negué, pero agradecí el gesto. Aún así nos dejaron deliciosa fruta fresca (que se reponía diariamente) y otros snacks de bienvenida. Andrea nos saludó calurosamente, guiándonos a nuestra habitación y explicándonos todo lo que necesitábamos saber, mientras manejaba sin esfuerzo nuestro pesado equipaje. La habitación en sí era impresionante: lujosa, estilo cabaña, con una vista que es difícil de expresar con palabras; diríamos en español, “¡del más allá!” Compartiré nuestra experiencia, confiando únicamente en nuestros pies para el transporte. Nuestro objetivo era la desconexión total y el senderismo. Primero, permítanme describir el hotel en sí. La decoración es elegante, especialmente en la zona del bar, donde las cómodas sillas están tapizadas con una mezcla bellamente original de ricas telas (probablemente de un diseñador famoso). La distribución crea salones íntimos con espectaculares vistas a los impresionantes Pirineos. El restaurante y el área de desayuno comparten el mismo espacio, pero están hábilmente reconfigurados para que se sientan completamente diferentes. El desayuno ofrecía una variedad de opciones de alta calidad y te preparaban huevos a tu gusto previa solicitud. La cena fue exquisita, con refinada cocina española, y todo lo que probé fue fantástico. Los espacios al aire libre eran simplemente hermosos, con muebles cómodos e impresionantes vistas a la montaña. El personal nos hizo sentir como en casa, siempre dispuesto a satisfacer nuestras necesidades, ya fuera una solicitud de bebida específica o simplemente una simple sopa para la cena. Sus modales refinados y genuinos fueron un hallazgo raro. En cuanto a no tener coche, lo volvería a hacer. Andrea entendió nuestros deseos y nos guió sobre dónde caminar. Exploramos todo, desde senderos de montaña cercanos hasta la impresionante cascada de Oros Bajo, e incluso visitamos Biescas, un pueblo con una población de 1.600 habitantes (fueron unas tres horas de caminata, pero hicimos trampa y tomamos un taxi de regreso, llegando solo dos minutos después). con el conductor más amigable). También visitamos el encantador pueblo de Senegue, donde tomamos una de nuestras mejores comidas y un martini seco en su único restaurante. Caminar por la naturaleza, rodeado de cabras y ovejas, fue realmente fascinante. Así que no te preocupes si no tienes ganas de conducir o quieres ahorrar en transporte. La guinda del pastel fue conocer a los propietarios del hotel: una pareja realmente agradable que fue increíblemente servicial. ¡Ojalá viviéramos más cerca de ellos para hacernos amigos y pasar el rato a menudo! A nuestra partida, abrieron la zona de desayuno más temprano de lo habitual para que mi marido pudiera empezar bien el día. ¿Qué más puedo decir? ¡Fue simplemente fantástico! ¡Muchas gracias por unas vacaciones increíbles en Viña de Larrede!

Estuvimos en una boda íntima y la comida fue en la cabaña de fuera. Tanto el espacio como la cuidada decoración te transportan. El personal muy agradable. El único "pero" es que el baño más cercano (cruzando el hotel) era para una persona, por lo que si te urgía (con los niños es normal) había que bajar a otra planta, un poco incómodo. Pero es un detalle menor.

Creo que poco hay que añadir, cuando un sitio es increíble lo único que vale es estar allí y probarlo. Si estás leyendo esto es que te puede interesar, pues te diría que lo pruebes y decidas tú si hay algo que añadir.

No nos alojamos en este establecimiento y solo conocimos el servicio de restaurante. El sitio es precioso y en una ubicación increíble. Perfecto para una ocasión especial. El servicio fue muy amable y la comida estuvo toda muy rica. Desde luego, un sitio muy recomendable.

El ambiente y la atención muy bien. Los platos algunos muy buenos, otros más normales. Es una pena que la carta sea tan corta.

Ubicado en el hotel del mismo nombre, el Restaurante Viñas tiene unas vistas magníficas del Valle. El ambiente es muy cálido y acogedor y, en general, no hay bullicio. Es imprescindible acudir con cita previa, aún cuando uno esté alojado en el hotel. La demanda es muy alta, sobre todo los fines de semana. La atención es magnífica, atenta y amable. La comida es de primerísima calidad y su presentación, estupenda. Hemos probado el salmorejo, la codillera, el solomillo y helado de postre. La bodega es lo suficientemente amplia para satisfacer todas las expectativas. Hemos probado un tinto roble de Viñas del Vero. El precio está plenamente justificado por el conjunto del servicio ofrecido. Ideal para ir en pareja.