Somos dos viajeros en bicicleta, venimos pedaleando desde Extremadura y encontramos este hotel restaurante en nuestro camino.
Hacía viento, frío y lluvia y para nosotros fue cómo encontrar un oasis en el desierto.
Entramos a comer y nos gustó tanto (el lugar, el trato y la comida) que decidimos quedarnos a dormir.
El restaurante: comida tradicional, de la zona, oferta variada (pero sin pasarse) y muy bien elaborada. Lugar confortable con estupendas vistas y un trato exquisito.
El hotel:
Excelente ubicación en un entorno natural privilegiado.
El interior, sencillo a la vez que confortable.
Habitaciones limpias, luminosas y acogedoras.
Fuera hacía un frío tremendo y en la habitación estuvimos calentitos y muy cómodos.
Empresa familiar con ese toque cercano que tanto se echa en falta, por desgracia, en este sector.
La única pega (y no es responsabilidad del hotel) es el alto porcentaje de cazadores del lugar, y de la zona en general…
Todos uniformados, que se llaman “deportistas”, obesos la mayoría y con ese tufillo añejo que le resta clase y dignidad a todo lo q rodean.
Por todo lo demás:
100% recomendable!
Íbamos de paso mi hija y yo y paramos allí a comer ,estaba todo muy bueno ,menú bien de precio ,el comedor tiene unos ventanales con unas vistas muy bonitas
El lugar es único. Ideal para hacer rutas. Su dueño/anfitrión, Paco, te hace sentirte muy confortable. Comida deliciosa, restaurante con vistas excepcionales. Gracias
Gracias por sentirnos como en casa, tu atención a mi familia y a mi tanto en la cafetería como en el hotel, Paco. Excepcional la ubicación para hacer rutas por el alto tajo
Un fuerte abrazo