Restaurante Parador de La Palma en Breña Baja

Hace poco estuve en el Parador de La Palma y, en general, fue una experiencia agradable. El hotel está muy bien situado en lo alto de una colina y ofrece unas vistas impresionantes de la isla y la costa. Los jardines son absolutamente encantadores y contribuyen a la atmósfera tranquila y relajante. Está claro que el hotel está en algunas renovaciones, pero los esfuerzos por modernizar la propiedad son notables. Las habitaciones son espaciosas y están bien equipadas, pero hay un problema que realmente destaca: son bastante frías. El aire acondicionado no supone una diferencia real en el nivel de confort. Otro desafío son las delgadas paredes y pisos. Se puede escuchar absolutamente todo, desde los estornudos de los vecinos hasta las conversaciones normales, lo que hacía que dormir toda la noche fuera bastante difícil. Si tienes el sueño ligero, te recomiendo llevar tapones para los oídos. El personal del hotel fue en general muy agradable y debo hacer una mención especial a Julia, Emilia y Luis en la recepción, quienes fueron absolutamente magníficos. Fueron increíblemente serviciales, profesionales y siempre me hicieron sentir bienvenido. Su amabilidad y eficiencia realmente se destacaron y contribuyeron mucho a la experiencia general. Al realizar el check-in, se solicita a los huéspedes que seleccionen franjas horarias para el desayuno y la cena, lo que ayuda con la organización, pero también puede resultar un poco restrictivo. Hablando de comodidades, si bien el hotel cuenta con piscina y sauna, me sorprendió no encontrar albornoces ni chanclas en mi habitación, algo que se hubiera esperado de un lugar con instalaciones de spa. La cena en el restaurante del hotel fue buena en general, pero no exenta de defectos. La comida en sí era deliciosa, pero desafortunadamente, todos los platos llegaron solo tibios; en el lado positivo, el servicio fue rápido. Un pequeño pero frustrante detalle fue notar un cargo por servicio de mantequilla y aceite en mi factura, a pesar de que no los había consumido. Desafortunadamente, lo vi más tarde, así que no tuve la oportunidad de abordarlo. Además, me sirvieron el entrante en una porción incorrecta, pero como tenía hambre, no me molesté en quejarme. También hubo un par de problemas relacionados con la limpieza. En una ocasión, encontré un paño de limpieza sucio que el equipo de limpieza había dejado en mi habitación. Lo colocaron encima de mi ropa limpia, lo que me pareció bastante desagradable. Además, noté que los vasos y tazas de mi habitación no fueron reemplazados por otros nuevos como esperaba. En cambio, parecían haber sido limpiados y luego colocados boca abajo, haciendo que pareciera como si hubieran sido reemplazados. Sólo me di cuenta de esto porque encontré rastros de mi propio lápiz labial en el exterior de mi "nuevo" vaso, que claramente había sido reutilizado sin haber sido limpiado adecuadamente. Dicho esto, aprecié que los pisos se limpiaran con agua todos los días; es un pequeño detalle, pero que noté y me gustó mucho.

Parador muy agradable en un entorno encantador y tranquilo, ideal para ver las estrellas y disfrutar de los amaneceres con vistas al mar y al Teide. Nos alojamos en una habitación doble superior con una terraza cómoda y vistas frontales del mar. La bañera ideal tras un día de intenso senderismo. Las zonas comunes son también agradables, sobre todo los salones. El parking es amplio y gratuito.

¡Un 10! Amabilidad, profesionalidad y un lugar fantástico, gracias por todo, ¡volveremos!

Muy bien situado, pero esperaba una mejor atención, sobre todo después de haber estado en otros Paradores. Nos alojamos con media pensión. Lo peor, la atención en el comedor, desesperante, poco personal y poco agradable, dos horas y media para cenar, reservar y tener que esperar 45 minutos, un desastre. En el desayuno, por un estilo.

El personal encantador pero el parador estaba en obras y nos han tenido que cambiar por dos veces de habitación. No funcionaban los enchufes, ni al aire acondicionado ni la Tv y con olor a cloaca. La última fue Ok. Estaba desangelado y con cuadros por el suelo y muebles arrinconados. No cumple las espectativas de un parador.

Aunque no está en Primera línea de playa el lugar dónde está ubicado es muy bonito y súper tranquilo. Las vistas, al menos desde las habitaciones superiores, son espectaculares cómo suele ser en casi todos lis Paradores. Las habitaciones muy cómodas y el restaurante merece la pena pir lo exquisito de sus platos. Y sobre todo el jardín con muchísimos dragos y plantas, muy bien cuidado, una auténtica maravilla y muy agradable para sentarse allí y relajarse . Este jardín pienso que se puede visitar aunque no se esté alojado pirque merece totalmente la pena.

Las habitaciones son muy básicas, aunque parecen haber invertido algo de dinero. La limpieza necesita mejorar. El servicio de cena fue bueno, en recepción bastante desinteresado. La cena estuvo bien, el desayuno estancado en los tiempos de Covid... Buena opción por el precio, sin embargo, el lugar tiene mucho más potencial para el futuro.

Parador es siempre el mejor de todas las Islas Canarias. Ventaja: habitación amplia, baño con bañera y bidet. Arquitectura como la de los lugareños. Gran servicio. Desayuno tranquilo y sin prisas (lucha por el buffet), gran parque, todo es espacioso Negativo: desgastado, algunos detalles (juntas del baño) podrían renovarse. Conclusión: Todo el que critique al Parador debería decirme un hotel mejor en La Palma. Observamos muchos búnkeres de hoteles (zonas socialmente desfavorecidas). Nada es mejor si quieres viajar de forma culta.

Decepcionantes instalaciones. Por el contrario, el personal muy atento y el desayuno más que sobradamente exquisito. Echamos en falta una decoración mas acorde con este tipo de alojamientos teniendo en cuenta el ambiente y lugar con que se publicita.

El Parador de La Palma no deja insatisfechos a la vista, al paladar ni al cerebro. Desde la ventana, el Teide, Tenerife, la Gomera, anticipados por un maravilloso jardín esperando a ser explorado. Los silencios, los cielos estrellados, los olores y el color de la luz son algo extraordinario en la isla, y que el Parador potencia adecuadamente. El restaurante es imprescindible, merece la pena y el servicio hace justicia a los sabores de los platos. Los ingredientes son tratados con respeto, buscando el sabor perfecto que se convierta en un recuerdo durante la digestión. Las habitaciones del hotel son grandes, los suelos recientemente renovados huelen a madera auténtica, el patio calma el alma y los espacios comunes son de armonía. Siempre es agradable volver a un lugar donde te sientes un poco como en casa.