Restaurante Miguel en Málaga

Fuimos 4 personas por recomendación de unos amigos y la verdad, nos decepcionó bastante. El sitio es muy acogedor y el servicio amable. Lentos, pero amables. La comida deja que desear. En un sitio con tantos platos de cuchara, es de pensar que es una de sus especialidades, pero sin embargo, ninguno de ellos eran destacables. Las verdinas con bogavante estaban duritas, las pochas con manitas no sabían a nada, sin sazón alguna y los callos como de hospital...ni choricito, ni trozos de callos ni sabor ni color...un potaje liviano descolorido con garbanzos y poco más. De entrante, dos tapas de foie del tamaño de una moneda de euro. Los pimientos rellenos sin salsita, el lechazo algo mejor pero ni mucho menos destacable. Los postres (milhojas y helado de higo) exquisitos. En fin, un lugar agradable sin más.

No es la primera vez que voy ni, por supuesto, será la última. Miguel es un restaurante que hace una cosa que parece muy fácil pero que no debe serlo tanto pues cada vez es más difícil de encontrar; excelente materia prima y excelente cocina. A cada producto lo suyo. Siempre he ido en comidas familiares, pero en esta ocasión era una comida de negocios para seis personas. Y fuimos allí por la garantía que nos da y que, como siempre, no defraudó. En esta ocasión abrimos con un ajoablanco de anacardos, una cazuelita de legumbres (cada una la suya: con setas, con manitas, con bogavante, con callos, etc.), compartimos unos extraordinarios higaditos de pollo trufados, un medallón individual de foi que hacen allí mismo, un pimiento de lodosa relleno......y todo eso para cada uno. Por si mismo podríamos habernos dado por comidos ya, pero lo apetitoso de los segundos, hizo perder toda prudencia. La corvina salvaje era excepcional, los riñones estaban exactamente en su punto, el lechazo crujiente donde procede, jugoso donde debe...y todo ello regado con el vino de la casa que cumple razonablemente. De postre, la tarta de queso de torta del Casar es de una singularidad y exquisitez reseñables. Como puede verse es un restaurante castellano pero con muchos brillos de innovación. Castellano es también su dueño. Como todos los restaurantes tiene su carta pero nosotros nos dejamos aconsejar por el dueño. Eso sólo se puede hacer en sitios de confianza y en los que el precio sea muy muy proporcionado a la calidad de los materiales.