Restaurante Loyber Star en San Sebastián de los Reyes

Sorprendente ración, las patatas bravas muy ricas y el cazón en adobo también, correctos las anillas de calamar. El servicio muy amable, incluso nos han invitado a un chupito al terminar.

Hace diez años, frequentemente visité este restaurante cuando vivé en Madrid. Tiene jamón rico, pero no me gustaron las gambas. Siempre había un americano muy jovial que me parecío cómo Wayne Rooney (pero más gordito), y acordaría que su jamón es mejor. Con comida y bebida abundantes, pasé tiempo aquí sin preocupaciones, y oí sobre las historias del mundo nuevo (Notre Dame fútbol, la gente nativa, la corrupta Hillary Clinton). ¡Todavía estoy agradecido por esos recuerdos en un lugar especial con mi amigo gordo!

Llevamos viniendo a este bar/restaurante desde hace muchos años, la atención es estupenda, igual que la comida, raciones muy grandes, y los precios muy asequibles.

Raciones generosas y en su punto, amabilidad simpatía de todo el personal y rapidez en el servicio.

Buenas raciones, ideal para cañear

Muy recomendable, pero podían informar que en agosto cierra, del 4 al 28/08

Un bar, hace de esquina, te sirven rápido, son majetes, la comida deja un poco que desear y el ambiente es del típico bar de toda la vida.

Pedimos unas raciones, las bravas estuvieron sosas pero el sabor de la salsa estaba muy bueno, las patatas alioli si que merecen la pena, eramos 5 y no nos dejaron sentarnos en la terraza....y el ambiente del bar dentro cuando fuimos había mucho bullicio...si estas cerca y se te antojan unas alioli o unas patatas mixtas...pásate...sino es como cualquier otro bar.

El Loyber Star es uno de esos sitios que forman parte de la memoria colectiva de Alcobendas. Un clásico de toda la vida para tapear o compartir raciones con familia y amigos, con ese ambiente castizo y auténtico que ya cuesta encontrar. Su oreja a la plancha con salsa brava es mítica, con ese toque especial que solo aquí saben dar. Pero igual de recomendables son los berberechos, las gambas, las parrochas o los champiñones con jamón… cualquier cosa a la plancha está en su punto, sabrosa y bien servida. El verdadero alma del lugar la pone el equipo: camareros únicos, simpáticos y de la vieja escuela. Juanito y El Cachorro son dos auténticas leyendas. Da pena pensar que con ellos se apaga poco a poco una forma de entender la hostelería: la del trato cercano, los motes cariñosos, los chascarrillos y esas comandas que se gritan con gracia y sin perder un plato. Son parte del encanto y del recuerdo. Yo tengo la suerte de visitar este sitio desde niña, con mis padres, y aún hoy sigue siendo punto de encuentro habitual. Un lugar donde siempre sabes que vas a comer bien, sentirte como en casa y pasar un buen rato. Eso sí, difícil encontrar mesa, sobre todo en verano, tanto dentro como en la terraza. Pero merece la pena esperar. Un acierto seguro, de esos bares que hay que conservar y celebrar.

Estupenda la ración de oreja y la tostada de salmón muy grande y llena