03/11/2024: Me encontré con este pequeño restaurante por casualidad y no me decepcionó. La ensalada de queso de cabra era colorida, el pescado suculento con la piel crujiente y la pavlova se derretía en la boca.
02/11/2024: Incuriosidos por las recomendaciones y las imágenes de los platos, decidimos visitar La Azulete. El menú, aunque breve, es de una elegancia destacable y parece estar cuidadosamente renovado con frecuencia. Cada opción está diseñada con tal refinamiento que resulta difícil elegir: una carta limitada, sí, pero que promete una experiencia culinaria memorable.
El ambiente es acogedor, pequeño pero lleno de encanto. Aunque, dada la sofisticación de los platos y el precio, esperaba una atención al detalle más pronunciada en el entorno. No obstante, esta impresión queda opacada por la excelencia de la experiencia culinaria.
Nos decidimos por el Black Angus y el solomillo de cerdo ibérico. Ambos platos sorprendieron en cada aspecto: la cocción impecable, la calidad sobresaliente de los ingredientes, y una presentación que celebra el arte de la gastronomía. Cada bocado es una explosión de sabores, realzada por el acompañamiento de puré de patatas, verduras, setas y un toque de granada. Este detalle resulta un complemento simplemente exquisito.
Para cerrar, degustamos un brioche con crema y frambuesas frescas. Sabiendo que el chef es francés, el brioche superó nuestras expectativas: cálido, suave, y con un toque caramelizado y crujiente en la superficie, una auténtica delicia que deja huella.
Nos despedimos agradecidos de la encantadora camarera y del chef, quienes nos recibieron y despidieron con una sonrisa sincera.
¿Qué es La Azulete? ¿Un restaurante refinado? Más bien es un “lugar” especial, un espacio donde los sabores se entrelazan para sorprender y deleitar. Lo que realmente destaca es el mimo en cada plato y la pasión de sus propietarios por ofrecer algo único en este rincón especial de Gaucín.