Un restaurante espectacular, tanto por el ambiente acogedor como por la calidad de la comida. Desde que llegamos, todo fueron facilidades: la zona es muy tranquila, está algo apartada del centro, lo cual le da un plus de calma, y además hay sitio de sobra para aparcar, algo que se agradece muchísimo.
La reserva fue muy sencilla, todo por teléfono y sin complicaciones. Al llegar, nos atendieron con mucha amabilidad y enseguida nos sentimos cómodos.
Comenzamos con unas croquetas ibéricas y torreznos para picar (adjunto foto de los torreznos), y estaban impresionantes: crujientes, sabrosos, y con ese punto casero que se nota al primer bocado.
De principales pedimos alcachofas, cordero y entrecot. Cada plato fue un acierto. Las alcachofas estaban tiernas y con un aliño delicioso. El cordero, jugoso y perfectamente cocinado (podéis ver la foto), y el entrecot fue de lo mejor: carne de calidad, al punto y muy sabroso (también en la foto).
Esta vez no tomamos postres, pero nos quedamos con las ganas, así que volveremos seguro para probarlos.
Un detalle que nos encantó: fuimos con nuestro perro y, sin pedirlo, le trajeron un cuenco con agua. Son pequeños gestos que marcan la diferencia y demuestran lo atentos que son con los clientes, incluyendo a los de cuatro patas.
En resumen: comida riquísima, atención de diez, entorno tranquilo, fácil aparcamiento y reserva sin complicaciones. Un sitio para repetir sin dudarlo y muy recomendable
Kevin Rodríguez Bermúdez
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20 Abril 2025
10,0