La experiencia en este establecimiento deja mucho que desear debido al pésimo trato del personal. En concreto, la actitud de la camarera de pelo negro fue inaceptable: malos modos, malas caras y un trato déspota que hace sentir incómodo a cualquier cliente. No es la primera vez que me encuentro con esta situación, y sinceramente, se me han quitado las ganas de volver.
Es una pena, porque la comida, dentro de su rango de precio, es bastante correcta. Sin embargo, el buen producto no justifica un servicio tan desagradable.
No recomiendo este lugar a quienes valoren un trato amable y profesional.