El restaurante como tal, no es gran cosa.
Lo mejor, son los increíblemente atractivos guardia civiles de que aparcan en su puerta.
Uno se plantea delinquir solo para que los exposen.
Mención especial para el pelirrojo, cincelado cual dios griego, con un cuerpo que incita a pecar, no debería permitirse que un hombre así pertenezca a los cuerpos de seguridad del estado, cuando claramente incita al pecado.