Mesón Restaurante de Manuel en Ferrol

Un restaurante con un ambiente muy bueno El producto de calidad El salpicón de lubrigante muy bueno, los calamares 🦑 muy ricos aunque si los hacen un poquito menos están más blanditos (mi opinión) El rodaballo espectacular Los postres caseros muy buenos y naturales Muy recomendable

Calidad y servicio excelentes. Manuel es un gran profesional y amigo. Su personal de lo mejor. El lugar maravilloso. Y la comida super.En este lugar el público hace una sobremesa tranquila y agradable, lo cual en ningún establecimiento se puede hacer hoy en día.

Sitio recomendado por un gran cliente del establecimiento, recomendado principalmente para degustar productos del mar. Muy buena atención por parte del personal. Buena calidad/precio.

Muy buen servicio y muy amables.😃

Apuesta segura porque la calidad y el trato es de lo mejor. Manolo Fandiño, con toda su experiencia, sigue liderando el sector de comida tradicional.

Trato impecable, comida fantástica, precio adecuado

La comida muy rica, trato del personal espectacular

Fantástica comida y muy bien de precio. Tomamos pulpo a feira, tortilla, calamares y raxo, que estaba sensacional. Si vuelvo a Ferrol repetiré.

Un restaurante buenísimo. Atención al cliente, ambiente, comidas y precios todo espectacular. En la parte de la entrada hay un bar y unas mesas por si queréis tomar o picar algo. Luego, la parte de restaurante esta atrás. Tienen mariscos riquísimos. Me gustó mucho las zamburiñas.

Buena "experiencia", aunque yo no la definiría así, en lo concerniente a la ratio más habitual calidad/cantidad/precio, con algún matiz, comenzando por lo último, el postre, con una <tarta de la abuela> que era una masa informe de chocolate casi "glaseado" al paladar, con una galleta semidesaparecida y una presentación más que mejorable. El resto, en cambio, admite matices. Buen salpicón de centolla, aunque un poco menos d cebolla le haría subir enteros, y unas anchoas d <Santoña>, un tanto "pezqueñinas", como el anuncio d una pasada época, todos las hemos tomado con ese retrogusto potente que, cuando bordean la máxima calidad, dejan en nuestro paladar. Los calamares frescos con las patatas fritas, cortadas bien finas y sin exceso d aceite en su paso por los fuegos de la cocina merecen un notable. Bien la variedad d vinos, cavas y champagnes. Escogimos un Gramona Pinot Noir, que ya se sirvió a la temperatura adecuada. Tanto el propietario como el camarero que nos sirvieron fueron, en mi opinión, lo mejor del negocio. Atentos, extrovertidos y amables. Si no puntúo más el ambiente es porque el local es ruidoso, aunque hay privacidad relativa entre las parejas y/o los grupos de comensales, gracias a las mamparas móviles que delimitan los espacios que unos y otros ocupan. Me sabe mal no dar un 4 ☆ al aspecto ambiental pues...insisto, la parte humana es de sobresaliente.