Matiz en Málaga

Fuimos con el menú degustación. Todo un acierto. El menú está muy bien equilibrado y los platos están riquísimos. Quiero agradecer especialmente a todo el equipo, pues tuvimos un problema con un bono regalo y lo solucionaron de forma muy profesional. El servicio muy amable y rápido.

El último trago de Mango estaba delicioso. Algún ingrediente secreto que no revelaron. Creo que fue nuestra mejor experiencia en un restaurante de toda Europa. Este lugar es imprescindible. El menú de platos pequeños para la mesa era fascinante y delicioso.

Nuestro mesero Javier nos atendió tan bien que decidimos volver. Llegamos sin reserva un grupo de 14 a desayunar y Javier siempre tuvo todo bajo control y hasta nos complació en nuestras indicaciones. Bien ubicado, ambiente elegante, rica la comida.

Cada vez que venimos a Matiz nos ponemos de buen humor. Este restaurante es una representación de la verdadera gastronomía de málaga y como malagueña me siento muy feliz de poder contar con un sitio asi en nuestro casco histórico. Quiero destacar el trabajo de Alejandro, un profesional excelente nos ha aconsejado en todo. Asi da gusto ♥️

Es la segunda vez que ceno aquí y no será la última. Es espectacular en todos los sentidos, además nos atendió Alejandro y mejoró mucho la experiencia con sus recomendaciones, su profesionalidad y su amabilidad. No os perdáis este sitio, merece mucho la pena.

Maravilloso espacio gastronómico. Muy recomendable su menú, platos exquisitos, sabores impresionantes conjugados a la perfección. Platos preciosos y deliciosos. Nada que envidiar a un 3 🌟 . Todo un lujo para dias especiales. Luego no dejes de subir a la azotea a tomar algo y disfrutar de las vistas

Buen lugar y buen ambiente. Lamentablemente, hubo algunos clientes ruidosos en la noche de jazz.

Málaga atraviesa un momento luminoso. A la belleza de su casco histórico, el magnetismo de sus museos y la vitalidad de su puerto se suma una escena gastronómica que no deja de crecer. Hace poco visitábamos Matiz, el restaurante del hotel Molina Lario, un precioso y confortable hotel en un enclave privilegiado, que se suma con personalidad propia a esta escena gastronómica malagueña. Entre los tradicionales espetos de sardinas y la cocina más innovadora, como la de sus Estrellas Michelin, han ido apareciendo propuestas que ponen el acento en el producto local y en la creatividad. En ese panorama diverso se encuentra este moderno restaurante… La sala es luminosa y acogedora, con una terraza que invita a quedarse, y la cocina abierta al comedor refleja la transparencia de un equipo que confía en lo que ofrece. Pablo Molina, su chef resume su propuesta culinaria: “Nuestra cocina tiene carácter mediterráneo y aire andaluz. Es innovadora, pero no pierde de vista la tradición: esa cocina de mercado basada en la calidad de la materia prima con la que trabajamos”. La carta se renueva dos veces al año, siguiendo el compás de las estaciones y buscando siempre el producto más cercano: aceite de Archidona, pescados y mariscos de La Caleta de Vélez, zanahoria morada de Cuevas Bajas, queso de cabra de Ronda o ibéricos de Dehesa de los Monteros. Málaga y su entorno se convierten aquí en un mapa de sabores reconocibles, que viajan de la huerta al mar y de la sierra al olivar. Estos son los platos que he probado: Ensaladilla rusa Matiz con mayonesa de arbequina y ventresca, Boquerones victorianos con licuado cítrico, Croquetas cremosas de jamón con velo ibérico, buñuelos de feria con queso de cabra de Ronda, parmesano, tartufo y anís, Canelón de chivo malagueño, montado en sala, un plato lleno de identidad. Y, para terminar, una deliciosa tarta de queso payoyo con chantillí de vainilla. Lo habitual es que los restaurantes de hotel no lleguen a cumplir las expectativas, pero en este caso ha sido justo lo contrario. Matiz se presenta como un lugar ideal para ir en familia y dejarse seducir por una carta amplia, que invita a volver. En nuestra visita nos quedamos con las ganas de probar algunos platos que suenan tan sugerentes como el mini brioche de atún rojo con salsa de jalapeños dulce y cebolla roja frita, el mollete de pan bao con láminas de ventresca, manteca colorá, cereza negra y hoja de shiso, los ñoquis con salsa carbonara de coco, piñones tostados, aceite de albahaca y salvia, los raviolis de vieiras y gambas con salsa holandesa de albahaca y caviar de Riofrío, algún pescado como el salmonete a la parrilla con salsa de pintarroja, quinoa crujiente y calabaza con mantequilla tostada de estragón, o carnes como el magret de pato ligeramente ahumado con compota de peras y zanahorias baby en escabeche de ají amarillo. Excusas más que suficientes para planear la próxima visita.

Tuvimos una experiencia de más de 5 estrellas aquí. El menú degustación era genial. Cada curso perfecto. Los sabores eran excelentes. El vino era bueno. El servicio era perfecto. Almuerzo placentero en un entorno fresco. Amplio restaurante y terraza. Recomendaría encarecidamente

Iba con unas expectativas muy altas y, no puedo decir que la comida estuviese mala, porque no. Estaba buena. Pero sí que pensaba que iba a estar mucho mejor, la verdad. Ósea que fue como ir a un sitio donde se come bien, sabes que estás bien, que te atienden bien, … pero no que es diferente. Servicio atento y bueno y el sitio está bien ubicado y bien organizado. Pedimos la oblea de atún, y bien. Sabor del atún normal. Le faltaba fuerza. Lo mismo que el canelón, estaba bien, pero no como me imaginaba que sería. Esperaba algo increíble (y más después de todo lo que montan para servirlo). El postre, lo mismo. La torrija buena, pero no increíble. Me quedé con ganas de probar otros platos, que iré a comerlos, claro. Igual los platos estrella son otros.