Luanik, Marisqueria i Arrosseria en La Garriga

Hemos encontrado este pequeño lugar..! Que aunque para algunas personas sea pequeño a mi me agrado que sea tan acogedor. Y sientas como que estas en tu casa , con tus amigos .. simplemente un ambiente familiar increible ..! Volveremos a repetir seguro ..!! Nos emcanto y se comio muy bien..!

11-11-25 Menú diario 20€. Local muy pequeño donde se come muy bien y con un buen servicio, platos bien preparados, bien presentados y con alimentos calidad, imprescindible reserva.

Comida justa y exquisita , pocos comensales , según la hora sin intimidad , una mesa puede tocar con la otra, eso también lo hace interactuar con otros clientes, me gusta. Me sorprende que te nga permisos si solo tiene un baño .

Muy acogedor y agradable el lugar la comida excelente Cristina y el cocinero jose antonio muy amables y atentos se ve preparándolo todo ahí realmente cocinan directo y todo es fresco cualquier duda te orientan si tienes alguna duda,unos de mis lugares favorito de la garriga, recomiendo 100%.

Un hallazgo de esas memorables, el ambiente es fantástico, 4 mesitas y una barra en la cocina, para repetir ...lástima que estábamos de paso.

Que sorpresa más agradable. Absolutamente recomendable. Pequeño per matón. Gracias Cris.

LIDERES ANONIMOS QUE TEJEN SISTEMAS VIVOS. Hoy, en el día de mi cumpleaños, tuve una experiencia que me recordó algo esencial: cuando las personas actúan desde el propósito y la conexión, todo fluye. Fui a comer al Lunik, un pequeño restaurante en La Garriga con apenas 12 comensales . Allí me recibieron Cristina, al frente de la sala, y José, en los fogones. Dos personas que, sin discursos grandilocuentes, lideran desde lo más genuino: amor por lo que hacen y conciencia de que el todo es más que la suma de las partes. José, andaluz de acento alegre, cocina como quien baila. Cada movimiento tiene intención. Probé una zamburiña rellena que me llevó años atrás, al sabor auténtico. Le pregunté el secreto, y me lo compartió sin reservas: pan rallado, restos de langostino picados finos, harina, un toque de pimentón y buen aceite. Pero no era solo la receta; era la actitud de compartir para que el conjunto crezca. Me contó que viene de la antigua escuela, donde se aprendía todo: desde despiezar un animal hasta elaborar postres. Y se nota. Cada plato, cada gesto como cuando limpia las gambas con la suavidad de quien acaricia habla de respeto y de cuidado. Cristina sostiene el otro lado del sistema: la atención, la conexión, el equilibrio. Él es el corazón, ella la mente. Juntos, crean un campo donde cada cliente se siente parte, no solo un comensal. Llegó un momento en el que ya no parecía estar en un restaurante, sino en casa de un amigo que cocina para ti con cariño. En un mundo cada vez más robotizado, momentos así nos recuerdan que los sistemas vivos se sostienen por la calidad de las relaciones, no por la cantidad de procesos. Porque lo que realmente nos hace sentir vivos no es la perfección técnica, sino la conexión genuina. “Las relaciones son la base de todo lo que existe. Cuando se fortalecen, todo lo demás florece.” Margaret Wheatley

Simplemente diferente pero se come muy bien íbamos con una idea de pedir a la carta pero entre semana solo hay menú la carta es solo para el fin de semana .el sitio es curioso porque solo hay mesa para 6 comensales y la verdad muy apretados pero lo importante es que ves como te hacen la comida delante y está buenísimo

Un pequeño restaurante con encanto y mucho corazón. Comida recién hecha, deliciosa y a buen precio. El servicio es excelente, e incluso puedes ver cómo cocinan desde la barra. ¡Muy recomendable! 🌟

Demasiado calor para ir en pleno agosto! Un sitio pequeño y sin aire solo uno ventiladores mejor ir en invierno cuando hace más fresco