Para mí, el mejor restaurante de Zaragoza. Eso sí, la calidad cuesta.
Solemos ir unas dos veces al año, tanto por el coste como para mantener esa experiencia de excepcionalidad que transmiten muy bien. Pagas por una experiencia, además de la comida, lo que incluye hablar con David, jefe de sala, sumiller y animador, el excelente servicio y la cuidada presentación, con una selección de la vajilla, la cubertería y los complementos.
Si se puede permitir, recomiendo encarecidamente el maridaje, aunque con el aviso que puede representar una cantidad importante de alcohol, especialmente con el menú gastronómico, ya que a diferencia de otros restaurantes donde el maridaje son cuatro copas, aquí cada plato tiene la suya, lo que representa, con otra para las tapas y otra para los postres, 8 o 10 copas distintas, y por supuesto ajustadas a lo que se come. También es una excusa para charlar con David, y aprender sobre bebidas tanto exóticas como próximas. Varios residentes fijos en nuestra casa los descubrimos allí. Tampoco es todo vino, aunque si la mayoría, pero según los platos puede haber una sidra, o algún licor.
La comida es una alegría para los sentidos, cuidándolos todos, incluso el oído en ocasiones. Pero eso ya se puede dar por supuesto con la estrella. Para mí lo que les diferencia es ese trato amable y cercano y la combinación de la bebida con la comida.
Cuando era más joven me atrevía con el gastronómico. Ahora me conformo con el de degustación, con el que salgo lleno y satisfecho. Se nota el salto en cantidad.
Jose Ramos
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27 Octubre 2020
10,0