La Mar de fons en Calafell

Mariscada de bogavante bien cocinada y freco servicio rapido precio más caro de lo que pone en la carta cuesta 98 €

La verdad que da gusto ir a cenar y encontrarte un equipo tan competente como el de este lugar sobretodo Andrea, gracias por tu profesionalidad y sobretodo por hacernos estar agusto a toda mi familia incluida mi perrita Luna. Volveremos

Comida muy buena y nuestro camarero Adrián súper atento!! Muy buen sitio para comer, 100% recomendable

Buena calidad precio, servicio rapido ambiente tranquilo

ESPECTACULAR!!! Todo excelente, comida y servicio

Todo el año estoy esperando en ir a comer las coquinas!! Y el menú del día. Un espectáculo!

Magnífico trato. Ya son muchas las veces que hemos estado y repetiremos. Comida de calidad. Un lugar increíble

Se mantiene un restaurante amigable, sin prisas y con buena calidad en los ingredientes. Tanto si comes una ensalada como unas sardinas o un plato de carne, la calidad es buena. El servicio es muy eficiente y la cocina rápida. No hay demoras excesivas entre platos. Nada negativo reseñable

Andrea mui atenta muy simpática toda una profesional la verdad que se cena muy agusto y la comida muy bien lo recomiendo.

La Mar de Fons: cocina con acento marino, alma casera y platos que te hacen cerrar los ojos al primer bocado Hay restaurantes donde uno va a comer, y otros —como La Mar de Fons— donde uno va a sentirse bien comido. Este rincón gastronómico es como un abrazo que viene del mar, pero servido en plato caliente, con delicadeza, sabor y mucha intención. Todo empezó con sus bravas de la casa, que no buscan ser crujientes… y no lo necesitan. Aquí se nota que han decidido no imitar, sino reinventar. Tiernas, suaves, con una salsa que acaricia más que pica, y que convierte este clásico en una versión más elegante y sabrosa, casi reconfortante. Son bravas que no van al ataque, van al alma. Después llegó la bomba, y ahí sí que hubo fuego. Literal. Pica de lo lindo, pero en lugar de quemarte, te despierta. Un homenaje a la capsaicina con doctorado en placer. De esas bombas que hacen sudar un poco, sí, pero también sonreír. El canelón de carrillada con salsa de bolets fue como un poema escrito con cuchara: meloso, profundo, umami puro. Un plato que demuestra que aquí la cocina lenta es una filosofía, no una moda. Y entonces llegó el espectáculo: los calamares rellenos en su tinta con cebolla caramelizada y garbanzos. Este plato no debería llamarse así. Debería llamarse "sinfonía mediterránea en tres actos". Dulzor, intensidad marina, textura de legumbre bien mimada... Todo equilibrado, todo armónico. Un plato redondo que te hace feliz. Y por si fuera poco… la tarta de queso. De textura cremosa, sabor auténtico y sin fuegos artificiales innecesarios. Pero aquí viene la traca final: un helado de frambuesa espectacular, que no acompaña… baila con la tarta. La acidez de la frambuesa y la suavidad del queso se funden en un final que se te queda grabado en el paladar y en la memoria. El personal merece capítulo aparte. Gente cercana, amable, profesional. Se nota que les gusta lo que hacen, y lo transmiten. No estás comiendo en un restaurante: estás siendo bienvenido a su casa. La Mar de Fons es el tipo de restaurante que no necesita alardear: deja que hablen sus platos. Cocina marinera con carácter, respeto por el producto y una calidez humana que se nota en cada detalle. Si vas, volverás. Si no has ido… ya estás tardando. Y sí, que nos guarden sitio, que pensamos repetir.