La Lluna en Tossa de Mar

Buen Restaurante en un sitio inmejorable. Calidad - Precio perfecto.

La comida es auténtica y riquísima. La sangría es buenísima. He ido cuatro veces en un mes, así que eso quizá te diga algo :)

La comida estaba muy buena, una buena oportunidad si vas a Tossa de Mar. Lugar acogedor, personal amable, ¡vale la pena una parada!

Restaurante dentro de la muralla, solo realizan reservas para dentro del local, la terraza es bonita y acogedora. Si tienes suerte no tardarás en sentarte a comer o cenar, si no, prepárate para hacer cola suele a ver bastante gente esperando. Comida de calidad pero cantidades pequeñas. En general bien, pero no era lo esperado según nos habían recomendado.

Buena comida y un buen lugar para comer y beber.

Lindo y pequeño lugar para almorzar, comimos calamares fritos y bacalao al horno con pimienta, estaba muy sabroso.

Lugar muy tranquilo y acogedor; era nuestro bar favorito de Tossa desde la primera vez que fuimos. Personal atento y eficaz. Pero la comida ya no es lo que era, bravas mucha menos cantidad y muy caras y se nota el gusto a refrito. Además van muy rápido y te echan enseguida cuando ven que has terminado, a nosotros este último junio nos invitaron a que tomaran la birra que nos quedaba fuera del bar para que pudiera sentarse más gente, por tanto no creo que volvemos.

Un Rincón familiar, con una comida exquisita, sencilla y genuina. Podríamos decir, que se de los sitios que me ha hecho más feliz y me ha dado más inspiración para seguir escribiendo. Gracias.

Un alto en el camino, con encanto natural (¡y pet friendly de verdad!) En plena subida al Faro de Tossa o recorriendo el interior de las murallas, te encuentras con este lugar en un entorno privilegiado. Mesas de madera bajo los árboles, sombra agradable (aunque según la hora, el sol puede hacer acto de presencia) y un ambiente relajado que invita a parar un rato y desconectar. No es un sitio para ir con grandes pretensiones gastronómicas; más bien es ideal para relajarte, tomarte algo y disfrutar del entorno. Nosotros fuimos sobre la una, sin demasiada hambre, y empezamos con unos refrescos. Pedimos unos boquerones en vinagre —correctos, sin ser memorables— y unos berberechos en conserva, que sí estaban muy buenos, grandes y sabrosos. También una esqueixada de bacalao bastante bien preparada, con buena cantidad de bacalao y bien aliñada, aunque echamos en falta una olivada para redondearla, en lugar de las olivas negras. También pedimos unas albóndigas con salsa que, sin ser las mejores que hemos probado, eran más que correctas, con una salsa sabrosa. Además, fuimos con nuestro perro, que ronda los 40 kg y no solo no pusieron ningún inconveniente, sino que enseguida le ofrecieron un cuenco con agua para que se refrescara. Un detalle que se agradece muchísimo. En resumen, un lugar agradable para hacer una pausa durante la visita, sin grandes alardes, pero que cumple perfectamente su función: refrescarte, comer algo sencillo y seguir disfrutando del día y la visita.

Para vivir y descubrir por la noche, preferiblemente al aire libre... Solo hay que armarse de un poco de paciencia para conseguir una mesa.