¡Una joya de cafetería! Es de esos lugares de pueblo donde te sientes como en casa desde el primer momento. El ambiente es muy acogedor, con decoración sencilla pero con mucho encanto. El personal es excepcional: te atiende con una sonrisa y te trata como si fueras uno más de tu familia. Además, los desayunos son deliciosos, con productos frescos y café buenísimo. Es el lugar perfecto para desconectar y disfrutar de un rato tranquilo. Sin duda, ¡un rincón que repetiré siempre que pueda!