La Ermita en Jerez de los Caballeros

Habemus… descubrimiento. Hemos encontrado un restaurante muy peculiar en Jerez de los Caballeros. Se ubica en un antiguo edificio religioso, una ermita que hoy acoge un restaurante con una carta muy variada basada en productos de la zona. El lugar conserva muchos de los elementos originales, como el retablo, el púlpito o incluso el confesionario, integrados con gusto entre la barra y las mesas. Todo está rodeado de una calma especial, que invita a disfrutar de un gran momento mientras se degustan los sabores más auténticos de la tierra. Está situado en una zona privilegiada, rodeado de calles con historia, plazas con encanto y majestuosos edificios religiosos. Y, como broche final, siempre se está atendido por buenos profesionales, atentos y amables.

Es un sitio para no dejar de ir. Si vienes a Jerez de los caballeros. Y Maria una profesional majisima y muy atenta de todo....jijiji y cuidado que vende todo....hasta el Cristo del retablo. Volveremos

Es un lugar donde el personal es amable, se come muy bien y todo llegó rápido.Cenamos muy bien.Lo recomiendo mucho.

Hasta que no lo veas no te lo vas a creer, era una Ermita realmente. Espectacular y único. De lo mejor para comer en Jerez.

Un lugar singular para un restaurante. Muy buena atención y sugerencias de la camarera. Un lugar recomendable.

Qué decir, la única ermita donde me puedo comer un buen rabo de toro

Ubicación excepcional. Comer frente a un retablo es bastante original. La comida muy rica y el servicio muy bueno. No se va de precio. Raciones generosas.

El servicio bueno, para mí es de lo más importante. La comida y el ambiente no están mal, relación calidad precio normal.

Y no solo por la decoración sino que la comida y el servicio muy buena, recomiendo el Cochifrito y los quesos , siempre lleno de gente pero se estaba agusto

Lugar recomendable, con mucho encanto, en todo el centro de la parte antigua y con esa cosa especial de cenar en una antigua ermita. Una ermita desacralizada, convertida en restaurante, que conserva estructura, frescos en paredes y bóveda, su altar y hasta un confesionario. Me ha parecido un lugar muy especial, acogedor y diferente. Los platos que probamos estaban muy sabrosos y el precio me pareció razonable, acorde a la calidad de los productos y al tamaño de las raciones. Pedimos una parrillada de verduras y pluma al carbón. El postre tarta de galleta y tarta de crema y yema. La carta se marida genial con una carta de vinos de la tierra bastante amplia, tanto en crianza y reserva tintos y blancos. Una sugerencia, que la hago en casi todos los restaurantes que visito: por favor, ¡más opciones vegetarianas y veganas! Por último quiero decir que las camareras son muy amables y te hacen sentir muy cómodo. En resumen: súper recomendable.