La Canasta en Málaga

Los bocadillos y dulces están bien pero creo que sobrevalorado, es bastante caro para el servicio que se da, muy desorganizado, hay que esperar bastante y repetir los pedidos porque se despistan.

Un sitio genial para desayunar o tomarte algo. Muy buen ambiente y variedad

El mejor chocolate que he probado, y he probado muchos, no me cansaré de decir que el chocolate de la canasta es de 10

En línea con los demás establecimientos de la Marca....buena calidad en los productos.... pastelería, charcutería, cafetería....

Pocas camareras para tanta gente

Personal muy agradable, productos artesanos y a un precio asequible. La terraza tiene unas vistas a la plaza superbonitas. Lo recomiendo!

No recomendaría la cafetería pierde 10 minutos de tu vida en atenderte y cinco minutos para traerte un Té.

Una vergüenza lo de este año con los calendarios que regalaban. Se ve que quieren gastar poquito para embolsarse más dinero. Soy cliente desde hace más de 10 años y me dicen que no tienen. Así no se cuida a la clientela

El sitio esta bien. Es bastante amplio. La calidad de lo que sirven es buena. El servicio regular.

Al entrar a esta cafetería, la primera impresión es, sin duda, positiva. El ambiente es acogedor, con una decoración bien cuidada, una iluminación agradable y un diseño que invita a quedarse. Todo parece pensado para ofrecer una experiencia cómoda y atractiva. Sin embargo, esta sensación inicial pronto se ve opacada por problemas en el servicio que resultan difíciles de ignorar. El primer inconveniente es el tiempo de espera, que se convierte en una verdadera prueba de paciencia. Tanto para tomar la comanda como para recibir lo que pediste, la demora es considerable. Si optas por sentarte en la terraza, directamente parece que te vuelves invisible para el personal, la atención ahí es prácticamente nula, y resulta frustrante tener que buscar a alguien para que al menos se acerque. Por otro lado, los precios no están alineados con lo que la cafetería ofrece. Lo que sirven no justifica las tarifas elevadas, dejando una sensación de que estás pagando más por la estética que por la calidad o la experiencia real. Al final, lo que podría ser un espacio prometedor termina siendo “una cafetería cualquiera”, sin un verdadero motivo para regresar.