Una parada perfecta en la calle más turística de Saldaña, al lado de la casa torcida y a un minuto de la maravillosa plaza. Las patatas no son de ayer, ni sus tapas están recalentadas. Hay mucho gourmet resentido. El trato por parte de Domi es impecable. Y el lugar, amigos, está más lleno en los fines de semana que el metro de Madrid a las 8.15, así que tan malo no será. Doy fe. Y que estén en fiestas saturadas cuando hay una camarera para 50 personas, poner una mala opinión es de ser un capullo. Ahí lo dejo.