En un barrio muy marinero, solo hay dos calles con varios restaurantes, rodeados de barquitos y casas de colores, con un ambiente de pescadores...., apareció este lugar. Sencillo, modesto, pero muy muy rico y lo mejor el precio, más barato que sus vecinos. Comimos atún encebollado, albóndigas de choco, de verdad que no se lo que estaba mejor....el camarero dice que lo hacía su suegra. Bravo por la suegra, con platos para niños, macarrones a la carbonara y a la boloñesa. muy buenos. Y ya lo que me cautivó fue el vino que tenían, fuera de la carta VINO EXTREMEÑO, mi favorito. Dulce Eva, blanco, semi dulce...probarlo y me contáis. Volveremos y gracias. Mis mellizos encantados ah y el camarero salaisimo y educadisimo

Una carta sin grandes aspiraciones, pero con una variedad y calidad suficiente. No es necesario complicarse cuando la materia prima es tan buena. Destaca la amabilidad y diligencia de la familia que regenta el negocio. Un placer volver cada vez que podamos.