Sólo tomo el café allí, y algún desayuno muy de vez en cuando, ya con croissant a la plancha y zumito, pero es donde más me gusta. Por el ambiente, la decoración, la música y el sabor del café y del croissant, por supuesto. El servicio es bastante rápido, aunque a veces hay tanta gente, sobre todo en la terraza, que copan a los camareros, que no son pocos. Al ser un sitio de mucho tránsito, los clientes contínuamente se sientan, toman algo y se van. Es normal. Si fuera para estar dos horas cada persona, daba tiempo de sobra... Recomiendo el sitio a todo el mundo.