Hotel Turmo en Labuerda

18/11/2025: Hace más de treinta años que conozco Fonda Carrera. Era uno de esos sitios especiales a los que mis padres me llevaban cuando era pequeño, y con el tiempo se convirtió en un lugar al que he seguido viniendo muchas veces, ahora con mis hijas. Precisamente por ese vínculo y por tantos buenos recuerdos, mi última visita me dejó una sensación agridulce. Entiendo que el cambio de gestión ha llegado por jubilación, y es lógico que cada equipo quiera dar su toque, pero cuando algo funciona tan bien durante décadas, cualquier modificación se nota mucho. En esta última visita encontré menos variedad en los entrantes y la desaparición de productos que eran parte de la identidad del lugar, como el paté que siempre recordé con cariño. A día de hoy sigo comprando uno muy parecido en Modesto precisamente por ese recuerdo. También quiero destacar lo positivo: las migas de pastor siguen estando muy buenas, sabrosas y con el punto tradicional que siempre he apreciado. Sin embargo, en los platos principales sí noté un bajón importante. El cordero al horno llegó seco y demasiado torrado, y la parrilla mixta presentó el mismo problema. Son detalles que, viniendo de un restaurante de cocina tradicional con tanta trayectoria, sorprenden más de lo que deberían. Aun así, volveré. Creo que un sitio con tanta historia y tantos clientes de toda la vida merece una segunda oportunidad. Ojalá se revisen algunos de estos cambios y se recupere parte de la esencia que hizo tan especial este restaurante durante tantos años. Si no fuera así, me entristecería mucho no seguir viniendo, porque este lugar forma parte de mi memoria familiar.

09/11/2025: Fuimos tres personas y un perro. Nos dejaron entrar sin problema en la zona de bar, lo cual se agradece mucho. Optamos por el menú del día (25 € por persona), que incluía agua, aunque el resto de bebidas se pagaban aparte. Antes de empezar nos sirvieron un surtido de entrantes con croquetas, jamón, unas brochetas de escalibada y una crema de calabaza. Todo correcto y bien presentado. Como primeros, compartimos el risotto, las migas y los canelones. Todo estaba muy rico, aunque el risotto fue quizá el plato más flojo. También ofrecían otros dos primeros (ensalada y fabada) que tenían buena pinta. De segundo pedimos carrilleras y pato, ambos platos sabrosos y bien elaborados, aunque conviene mencionar que la carne servida como carrilleras parecía corresponder a otra parte del animal. De postre probamos una especie de pudding de pan y manzana, muy rico, y la tarta de queso, también muy correcta. En general, una buena experiencia gastronómica, con comida casera y atención amable. Un sitio recomendable, sobre todo por la posibilidad de acudir con perro. El servicio fue rápido y atento.