Ocreible restaurante con platos deliciosos desde los entrantes hasta los postres. Además, decorado con todo tipo de elementos del pasado, históricos, como monedas, yugos, fotos antiguas, todo colocado con un gusto exquisito. Pero, lo mejor, la amabilidad del personal a la hora de interactuar con todos los comensales. Para volver en varias ocasiones...
Estuvimos comiendo el 02/10 allí y fué toda una experiencia para los sentidos... Con visita al museo del vino. La comida espectacular, habíamos oído hablar de la mano de Begoña en la cocina, pero se quedaban muy cortos, soñaré durante dias con los rollitos de setas de cardo.
El servicio de 10 y el ambiente inmejorable...
Repetiremos con toda seguridad.
Muchísimas gracias Begoña.