Cenamos allí recién llegados a Sevilla y el trato de Juan espectacular.
La comida estaba buena, pedimos dos tapas de solomillo al whisky y al mojo picón, muy ricos ambos, unas bravas (que no estaban espectaculares) y el queso de cabra con miel también muy bueno.
Lo que sí se lleva la palma son los postres, los vasitos de postre son una delicia, pedimos de tres chocolates y de limón.
Sin duda es un buen sitio.