el caserio en Cuenca

Salimos a reventar de comida de este lugar y por un precio muy bueno. Lo malo es que hay muchísima espera para sentarte y que las mesas están demasiado juntas unas de otras, le respiras en la oreja al de la mesa de al lado. De igual forma Lo recomiendo sin duda

Fuimos en el puente de diciembre y estaba todo a reventar. Costo que nos diesen mesa pero el que parecía el dueño kos sentó una hora antes de lo hablado antes. El problema es que luego los camareros no se aclaraban, no traían la carta, luego trajeron el pan sin platos ni cubiertos, los vasos de uno en uno... Y por último de los tres camareros solo uno cogía nota de los platos, y era el único que no aparecía por ningún lado. Después de mucho rato pudimos pedir y el propio camarero nos dijo que era mucha comida y nos recomendó pedir medias raciones que al final eran inmensas. Pedimos unas croquetas para la niña. Malas y congeladas pero a la mitad de precio que los otros restaurantes y que probablemente sean también congeladas. A la niña le gustaron y eran muchas. Nosotros pedimos media ración de ajo arriero y morteruelo que resultaron tan grandes que nos costó acabarlas. Por cierto, el pan te lo cobran, pero te ponen muchísimo pensando en estos platos de untar. De segundo pedimos una parrillada de carne que sin ser nada del otro mundo estaba buena, variada y en buena cantidad para dos. Pedimos un salchichón de chocolate de postre, aceptable pero curioso y dos cafés. Todo por 50 euros, que para ser un mesón es mucho pero teniendo en cuenta que hacia un día buenísimo y pudimos comer en la terraza viendo el paisaje de Cuenca de fondo... Los pagué a gusto