El Calamara en Benalmádena

La sopa muy bueno precios regulares resto muy bien

Buena cocina y buen servicio todo en un ambiente muy agradable

Todo buenísimo a una media de 20 euros por persona desde los calamares ,hasta el pulpo ,los boquerones etc todo un descubrimiento

Pescados y mariscos muy frescos. Buen sitio para comer o tomar unas raciones. El precio es bueno, dentro de la media. Ojo con el pan, te lo ponen sin pedirlo y te lo cobran a 0,80€ cada panecillo; al sentarte te lo ponen y no preguntan, saben que no es correcto, pero lo hacen, serán órdenes de la dirección, en 2025 me parece lamentable que se sigan dando estás malas prácticas.

Tuvimos suerte que la cocina estaba aún abierta, y gran acierto, el pescaito estaba exquisito y los postres muy buenos. La atención estupenda también. Muy bien situado, en una calle peatonal.

Tuvimos suerte de que aún quedase una mesa libre. El servicio muy rápido y muy amables, controlan muy bien la terraza y están muy atentos a que no falte nada. La comida llegó escalonadamente, sin agobios, comimos muy a gusto. El pescado muy bueno, recomendable el bacalao con tomate y las tortitas de camarones, aunque lo demás que pedimos también estába muy bueno. Por poner una pega la pipirrana era muy escasa, al contrario que la ensaladilla rusa, que con media ración iba bien servida. Recomendable

Hermoso Seaford y muy fresco, muy recomendable.

Vuelvo a repetir en el calamar 4 días después pero volví con toda la familia quedaron impresionados con el frescor de sus productos , la rapidez del servicio y sobre todo lo agusto que se está,volveré seguro , calidad precio súper importante y se lo recomendaré a todo el que venga a Benalmádena

Volvimos a cena y esta buenísimo, la fritura de pescadito excelente. Los recomendaremos.

En el corazón de la Costa del Sol, donde el Mediterráneo susurra a cada bocado, Benalmádena se presenta como un bastión del sabor andaluz. Y dentro de su bien defendida tradición de fritura de pescado, hay un protagonista que rara vez decepciona: el calamar frito. Probamos este clásico en varios chiringuitos y freidurías de la zona, y lo que encontramos fue una deliciosa consistencia en lo esencial: producto fresco, corte preciso y fritura impecable. El calamar, presentado en anillas generosas o en tiras más finas según el local, exhibe una textura firme pero tierna, sin ese temido efecto “chicle” que tantas veces arruina el plato. Aquí, el tiempo de fritura está medido con sabiduría. La clave está en la harina de freír, que en Benalmádena se aplica con la justeza justa: sin apelmazar, sin ocultar. Es una cobertura ligera, que cruje al primer mordisco pero cede al sabor salino y suave del calamar fresco. El aceite, por su parte, está limpio, señal de oficio y respeto por el producto. Nada de grasas recicladas ni aromas rancios: todo sabe a mar y a cocina bien hecha. Acompañado de un limón cortado a la antigua usanza y servido en platos blancos sin pretensiones, el calamar aquí no necesita adornos ni reinvenciones. Lo suyo es la sencillez, y esa es precisamente su mayor virtud. ¿Es el mejor calamar frito de la provincia? Probablemente no. Pero sí es uno de los más honestos y sabrosos, y eso, en tiempos de gastro-postureo, es un valor en alza. En Benalmádena, la fritura sigue siendo un arte que se respeta. Y el calamar, su embajador más noble.