13/06/2025: ¿Un club de televisión? Me lo contaron como si fuera a pasar la noche viendo "Preguntas para un campeón" con jubilados en camiseta de tirantes. Ni que decir tiene que no me hacía ninguna gracia.
Y aun así. Hay que reconocer los milagros cuando ocurren sin previo aviso, entre dos papas arrugadas y tres sillas de plástico.
En Lanzarote, los clubes de televisión son una especie de asociación comunitaria con la elegancia de parecer cualquier cosa menos un restaurante, pero donde a menudo se come mil veces mejor que en el puerto deportivo, y por tres veces menos. Aquí nadie te pregunta si quieres agua sin gas o con gas; te dan agua, y punto. Y te la bebes. Porque está fría y así estará bien.
¿La bienvenida? Nada de sonrisas falsas, nada de "Hola, amigo" con acento belga, no. Una mirada sencilla y franca, un mantel de plástico y una camarera que te habla informalmente en español. ¿Los clientes? Locales. Ni un Bob Ricard a la vista. Nadie pidió un mojito. La vida sigue como siempre.
Y entonces llegan los platos.
Y ahí... la revelación.
🍤 Las croquetas:
Doradas, carnosas, perfectamente empanadas. Nada que ver con esos helados que rezuman tristeza en los restaurantes de tapas "conceptuales". No, aquí, se nota que la bechamel ha sido batida por una mano humana: probablemente una abuela con delantal, probablemente una comunista.
🧀 El queso ahumado:
Sublime. Sabe a cheddar que estudió filosofía medieval y a laurel ahumado durante un descanso. Se derrite, se impone, te mira desde arriba. Y agachas la espalda agradecido.
🐙 El plato de pulpo y gambas a la plancha:
Todo el plato llega bañado en un jugo misterioso a medio camino entre licor marino y caldo de honor.
Es graso, salado, picante, divino. El pulpo está tierno, las gambas te recuerdan que el mar no es un concepto, sino una sustancia noble.
Te encuentras sumergiendo las manos en la salsa. En público. Sin vergüenza.
🥔 Las papas arrugadas:
Estas papas canarias son lo que los parisinos llaman "papas saladas" por 14 € en tarro. Aquí vienen negras de la cocción, espolvoreadas sin contemplaciones, orgullosas, ásperas y precisas.
¿Y el precio? Una anomalía.
La cuenta da la impresión de que alguien olvidó contarte los platos. O a un invitado. O ambos.
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En resumen.
Es simple, es rural, es cierto. Esto es lo que comen los locales cuando no les apetece cocinar, pero aun así quieren comer bien.
El tipo de lugar que los guías turísticos no entienden, que los influencers no se atreven a fotografiar y que los gourmets guardan para sí mismos.
Imprescindible. Si tienes alma, estómago y un poco de buen gusto, ve.
¿Si no? Quédate en la playa con tus nachos procesados y tu spritz almibarado.
09/06/2025: Espectacular tanto el ambiente con la comida, todo lo que pedimos estaba riquisimo y el personal muy amable y atento, la verdad que de 10, si quereis probar la gastronomía local, sin duda no podeis perder la ocasion de pasaros por aqui.