Churrería Del Muelle en Mazarrón

Muy recomendable: churros calientes y esponjosos, chocolate delicioso y un servicio rapidísimo. Nota: Solo se aceptan pagos en efectivo.

Completamente enamorada de este sitio, esos buñuelos son únicos y esas roscas Los amo No puedo venir al puerto Mazarron y no desayunar aquí Me encanta la los mensajes en los azucarillos

Muy ricos los buñuelos. Servicio super bueno y rápido.

Los mejores churros y buñuelos del mundo mundial , no hay sabor igual

Dejo 3 estrellas porque las mujeres de dentro no son las culpables de la altanería que demuestra la señora que está atendiendo las mesas. Sintiéndolo mucho, no volveré

Desayuno temprano en la mañana 😋

Para mí es un lugar auténtico local del Puerto de Mazarrón. Lo descubrí buscando una churrería, pero no son los churros que conocía de Madrid. Son como buñuelos, y se compran por ruedas o roscas. No los he conocido en ningún otro sitio. Eso sí, en el rato que espero a que me atiendan disfruto de ver cómo tres generaciones llevan el negocio y como los clientes disfrutan del ambiente. Digno de visitar y de repetir.

Por segundo año consecutivo acabamos el periodo de colonias en Isla Plana de mi centro de personas con discapacidad con un desayuno de chocolate con churros para 32 personas. De nuevo me tratan con una amabilidad exquisita, con todo preparado para recogerlo puntualmente. Y lo mejor de todo, lo bueno que está y lo bien que han desayunado todos. Por mí, lo convertimos en tradición. Hice bien apuntando la dirección y el teléfono el año pasado!

Si pasas por Mazarrón y no te detienes en la Churrería El Muelle, te estás perdiendo una experiencia que va más allá del desayuno: es un viaje sensorial directo al corazón de la tradición. Los buñuelos y las porras aquí no son de este mundo —crujientes por fuera, tiernos por dentro, recién hechos y con un sabor que te hace cerrar los ojos de gusto. Simplemente de otro planeta. El ambiente es tan familiar que parece que te hayas colado en una reunión de vecinos: los pedidos se cantan a viva voz, sin filtros ni florituras, como se ha hecho toda la vida en los bares de pueblo. Puede que no sea el sitio más tranquilo del mundo, pero ese jaleo castizo tiene su encanto, y más cuando ves cómo la bandeja llega caliente y rebosante. Eso sí, ni se te ocurra ir sin efectivo: aquí el datáfono todavía no ha aterrizado. Pero con lo que te ahorras en postureo lo inviertes en sabor auténtico. Recomendadísima si buscas buñuelos de verdad y una dosis de pueblo en vena.

Muy recomendable, trato excelente 👌