Casa Santamaría en Hondarribia

Café con leche y tortilla con cebolla, muy buena, además de las vistas al puerto.

Los totopos con guacamole que nos ha recomendado el cocinero Imanol Cervantes han sido todo un acierto, estaban brutales! Y las croquetas de espinaca y queso… otro nivel! Recomendable al 100%. Volveremos muy pronto, nos ha encantado!

Nos encantó el trato y la comida. El cocinero Imanol Cervantes nos recomendó probar las croquetas de hongos y menudo acierto! Un trato de 10. Súper recomendable, volveremos 100%

Salió un día nublado y comimos en terraza, es una terraza con vistas al puerto y tiene tejado traslúcido. Estuvimos de 10. El personal muy amable y la comida casera. Nos fuimos muy contentos.

¡Excelentes bocadillos con una linda vista!

Platos combinados pero muy bien hechos. Todo lo que pedimos estaba mejor de lo esperado. El pan delicioso. Cerca de la playa. Atención perfecta.

Camareras muy amables a pesar de que era tarde. Ensalada mixta muy refrescante y abundante. Perfecto para mí.

Todo lo que comimos estaba rico. El servicio un poco lento, pero bien. En la terraza se estaba estupendamente.

Entramos en Casa Santamaría con la idea de tomar "algo rápido"… y salimos tres horas después, enamorados del bacalao y con un grupo nuevo de amigos que no sabíamos que necesitábamos. Al tercer pintxo, ya estábamos planteándonos empadronarnos en Hondarribia. El camarero —al que desde aquí llamo cariñosamente Chef Picassi— nos recomendó unos boquerones tan tiernos que casi les cantamos una nana. El txakoli fluía con alegría, y yo también… hasta que intenté levantarme después del postre. Por cierto, si el pastel de queso fuera un político, tendría mi voto y el de mi abuela. En un momento dado, un señor de la mesa de al lado juró que vio a un dantzari llorar de emoción con el sabirón. Yo no sé si era el vino o la magia de Casa Santamaría, pero ese sitio tiene duende (y no del flamenco, sino del de los fogones vascos). Y por si fuera poco, en plena euforia culinaria, un tipo se levantó, alzó su copa de txakoli y gritó: “¡Este bar me ha devuelto la fe en la humanidad y en las anchoas!”. La gente aplaudió. Yo también. Y un perro ladró desde la calle, como si estuviera de acuerdo. Gracias Santa María

Tomamos , unas consumiciones y pasamos un rato en la terraza con vistas al puerto. Esta cerca de la playa, buen ambiente.