Si bien las corridas de toros me parecen desagradables y bárbaras, la importancia histórica de esta plaza es innegablemente cautivadora. Recibimos una recepción algo fría, ya que la mirada del propietario al tomar nuestro pedido fue bastante divertida. Es cierto que el servicio fue deficiente, pero las conversaciones con el personal revelaron que eran personas muy agradables. Es un lugar encantador para relajarse, disfrutar de refrigerios y apreciar la rica historia, la arquitectura y el ambiente de este extraordinario lugar.