Birolla 4 en Zaragoza

El pequeño las mesas muy pequeñas la comida bien el servicio deja mucho que desear muy flojo un sitio donde no volveré la chuleta de 50 días no menos no llega

La mejor carne, la mejor plantilla y el mejor ambiente de Zaragoza.

De entrantes elegimos ensalada de tomate con ventresca, muy buena, al igual que las anchoas. La carne, al ir con una niña pequeña, nos decidimos por el chuletón más suave, ya que los de Angus que tenían en ese momento eran muy grandes (una lástima), buen sabor y punto perfecto, pero no la categoraría como excelente. Los postres no están a la altura, la tarta de queso seca y compacta. El servicio muy atento, simpático y amable. El comedor pequeño y agradable, sin humos. Precios un poco elevados.

Me he vuelto carnívora despues de comer tan maravillosa carne. El vino muy bien aconsejado y la tarta de queso con helado de melocotón al vino insuperable.

A ver, si estás en Zaragoza y aún no has ido al Birolla, ¿a qué estás jugando? ¿A la ruleta rusa con el aburrimiento? Porque este sitio es una montaña rusa para tu paladar y un parque de atracciones para tu estómago. Entramos con hambre de campeón y pedimos el famoso carpaccio de picaña. Y te digo una cosa: no es solo un plato, es una obra de arte. Cada loncha es tan fina que casi puedes ver a través de ella, pero el sabor... uff, el sabor es tan intenso que te hace cerrar los ojos y dar las gracias al universo. Y cuando pensábamos que no podía ir a mejor, llegó el chorizo. No sé de dónde lo sacaron, pero juraría que no es de este mundo. Es como si un elfo de la Tierra Media se hubiera puesto a hacer embutidos para dioses. Pero agárrate, porque el clímax de la noche fue el chuletón. Cuando lo trajeron, mi cerebro hizo "¡tilt!" porque era tan enorme y tan perfecto que casi me da pena comérmelo. Pero solo casi. Es tan jugoso, tan sabroso y tan tierno que cada bocado es una experiencia religiosa. Así que ya sabes, si quieres flipar fuerte con la comida, el Birolla es el lugar. No es un restaurante, es un festival gastronómico en toda regla. Y si no me crees, date una vuelta y me cuentas. Pero te aviso, vas a necesitar un momento de silencio y un par de pañuelos para secarte la lágrima.

Estabamos de paso por Zaragoza y decidimos ir. Elegimos de entrante "Quesos", que aunque estaba en plural solo nos pusieron queso azul, algo que deberían avisar por si no nos gustara. Tempura de hortalizas nada reseñable. Pedimos consejo al camarero sobre que carne elegir y nos indico que entre dos las que quisieramos , echamos en falta algo más de recomendación o diferencia entre ellas. Además estaría bien que indicaran en la carta el precio de los chuletones. El que elegimos estaba bien, pero tal vez no era de tanta calidad para el precio que tenía

Un restaurante muy pequeñito, con pocas mesas, pero con muchísimo encanto. El ambiente es súper acogedor, ideal para una comida tranquila y bien atendida. El camarero fue un diez: súper atento, amable y explicando todo con detalle —desde la procedencia de las carnes, su maduración, hasta la forma de cocinarlas. Nos asesoró genial y se notaba que conocía bien el producto. El servicio fue impecable, y el lugar transmite esa sensación de estar en un sitio especial, donde cuidan cada detalle. ¡Muy recomendable!

Exquisito, la comida, la atención de 10

Lugar de parada obligatoria si quieres comer una buena carne. La chuleta es de calidad, aunque lo pagas. En general buena carta y buen servicio.

Fuimos por recomendación de unos conocidos a comer el sábado una mesa de 8 y la verdad es que el sitio no defraudó. El servicio fue muy bueno, sobretodo la chica que nos atendió, muy simpática, nos aconsejó junto a su compañero muy bien. La carne nos gustó mucho, probamos tres tipos diferentes y nos encantaron. El sitio también genial, con rollito y chulo. Cuando volvamos a Zaragoza repetiremos sin dudar