Bergamonte sigue anclado en los años '80, no se ha reformado apenas, pero igualmente, sigue dando un servicio excelente con muy buen producto. Saben hacer las cosas bien, por eso, llevan décadas abiertos. Un lugar donde volver sin duda si quieres comer bien. Enhorabuena.
Toni Muñoz
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03 Noviembre 2024
8,0
Hemos almorzado, y ha sido espectacular con unos tomates y aceitunas acompañado de pan ligeramente tostado y después el chibito
David Antón
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03 Noviembre 2024
10,0
Está todo bien y el servicio está muy bien
Paula garnica
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01 Noviembre 2024
6,0
Buen arroz y comida por lo general. Un poco caro.
El club es sencillo y algo bello, pero muy agradable.
Albert Pruneda Vicens
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28 Octubre 2024
6,0
Hacia varios años que no comíamos allí y pensamos que sería buena idea ya que guardábamos muy buen recuerdo.No lo ha sido. Entradas carentes de interés, buñuelos de bacalao sin más, croquetas correctas, pulpo malo, la ensaladilla no nos la hemos terminado. Entrecots mediocres, chuletón Jaume I bueno. Postres de los años ochenta… No hay que volver donde fuiste feliz
Laura Lozano
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27 Octubre 2024
6,0
Fuimos ayer a comer una autentica paella Valenciana. El arroz estuvo en su punto y nos ha gustado muchisimo. Todo lo demas en la misma linea. Hemos pagado para 3 personas todo incluido, entrada, principal, postres, vino y cafe aprox. 112 €. Vale la pena, gracias.
Rafael Ariza
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22 Octubre 2024
10,0
El restaurante es precioso y típico valenciano.
Las chicas son muy amables y corren muy duro.
A pesar de los muchos asientos, el servicio fue perfecto.
Quizás sea mejor elegir los menús en lugar de los platos individuales, que son un poco más caros.
ronny calisti
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22 Octubre 2024
8,0
Restaurante de los de siempre, muy buena calidad y atención de su personal
Ximete El Justiciero
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20 Octubre 2024
10,0
Excelente comida de celebración familiar, compartimos jamón recién cortado, calamares,clochinas muy sabrosas y croquetas. Arroz del senyoret en su punto. Tinto Mestizaje de Mustiguillo y sorbete de mandarina. Acabando con un cremaet bien hecho. Servicio atento y profesional a pesar de estar lleno el restaurante y la terraza.
Manuel R
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08 Junio 2024
10,0
Fuimos con motivo de mi 60 cumpleaños a comer al Bergamonte con la familia. En general la comida estuvo muy bien pero destacaría algunas cosas, quizá matices con respecto a los platos. A mi se me ha hecho un paladar demasiado fino y este tipo de cocina tan mediterránea y contundente ya me resulta algo cargante.
Como la familia es muy de la terreta se decantaron por los arroces (¡sempiterno cereal valenciano!) y para seguir yo con la idea y no destacar me lo pedí yo también. Empecemos no obstante por los entrantes.
Pedimos anchoas caseras del Cantábrico con tomate. Muy ricas, aunque he de decir que en otros restaurantes las he visto más grandes. Un calamar de playa con aceite y pimentón. Estaba bueno pero estos cefalópodos siempre me han resultado algo insípidos por muy bien cocinados y aderezados que estén.
El pulpo braseado y fileteado con cremoso de patata estaba muy sabroso, casi una variante del típico pulpo, pero para mí el cremoso de patata era algo que no acababa de pegar con el plato. Lo que sí resultó espectacular fueron las croquetas variadas de pollo y cocido, todo un acierto de textura y sabor.
Como es habitual en este restaurante sacaron el pan tostado con allioli y tomate. Lo que pase es que, ¡ay!, demasiado tostado por los bordes, casi negro, con lo que contiene dosis excesivas de acrilamida, algo nada sano.
Pedimos un vino blanco godello que resultó muy adecuado porque se decantaron el resto de la familia por arroces de pescado. Yo pedí arroz al horno que paso a describir.
Un plato que ya no es lo que era. Recuerdo las fuentes de barro que antes sacaban que eran más generosas pero esta vez, como tantas, el arroz no tenía en absoluto nada destacable. No había una cantidad excesiva, mejor porque así uno no se llena, pero eché muy en falta la presencia de garbanzos!, ¿cómo es posible un arroz al horno sin ellos? Después, la carne, la pacenta y la costilla estaban demasiado hechas y resultaron muy duras de masticar. En fin un plato que se podía comer pero sin pena ni gloria.
Los otros miembros de la familia optaron por arroces de bogavante, uno de ellos era caldoso, que lo sacaron en una marmita de hierro macizo lo que garantizó una buena cocción. El bogavante había sido partido en trozos con lo que había soltado todos lo sabores en el arroz. Yo probé unas cucharadas y estaba muy bueno, pero para mí con un sabor demasiado contundente.
La otra paella de bogavante era con el arroz seco y la sirvieron en la paella con el crustáceo partido por la mitad con lo que también resultó muy sabrosa, demasiado quizá. He probado este tipo de arroces en otros sitios de Valencia y son más finos. Me pareció una comida demasiado basta, con demasiado sabor, prefiero alimentos no tan cocinados y que muestren de manera más sutil los sabores. Podría poner una metáfora musical al respecto, por si alguien que lee esta reseña es aficionado a la música. Esta comida fue como un concierto barroco de Vivaldi, muy recargado a veces. Yo hubiera preferido un concierto gastronómico con música de Arnold Schönberg, algo muy diferente a lo que se escucha y come. Por ejemplo la comida de kilómetro cero que se hce en el restaurante Lienzo se podría considerar como el dodecafonismo gastronómico. Pero en fin, no estiremos más la metáfora y no nos pasemos de cursis.
Los postres resultaron también contundentes, unas raciones generosas de tarta de queso y chocolate y copas de helado. Acabamos con cafés y chupitos.
Por persona salimos a 58 €, algo caro quizá para la calidad que nos ofrecieron. Recuerdo precios algo más asequibles con una calidad algo mejor. No sé si volveré.