El trato excepcional, en especial un chico joven con gafas, la chica con el pelo cortito y rizado y un señor más mayor con barba muy gracioso que debía de ser el metre. Ya vinimos en su día, porque nos permitieron entrar con la perrina (motivo principal por el que siempre volvemos). El lechazo en horno de leña exquisito, los postres de 10, la pata de pulpo (por veces anteriores) la doy un 20…. Y precios muy acordes a la calidad. Si os gusta comer bien, bajo un trato exquisito y familiar y tenéis perritos pequeño o perfectamente educados este es vuestro sitio.