19/05/2025: Fuimos siete personas a comer el menú dominical. La verdad es que activé un plan B por si acababa haciendo caso a las escasas reseñas negativas. Pero no, opté por los consejos de la gente que había escrito bien sobre el local, la comida y los encargados del servicio. Menos mal...
La comida, casera no, muy, muy casera. Felicité no sé cuántas veces a la cocinera, que lleva cocinando desde los albores de la humanidad gastronómica. La chica que nos atendió, un diez. Paciencia tuvo y profesionalidad desbordó.
Lo bueno, a parte de la calidad del menú de fin de semana, es que los platos no incluyen suplemento. Lo que hay es lo que puedes pedir, sin miedo y sin miramientos y sin sorpresas finales.
A ver, los canelones, de diez.
La espalda de cordero, de matrícula de honor.
Las croquetas variadas, notable.
La ensalada con jamón y mató y miel, sobresaliente
El pollo relleno, parece un plato de Navidad buena.
El entrecot, cum laude tirando alto.
La butifarra con patatas, muy grande y exquisita
Las patatas fritas, caseras.
Los pimientos del padrón de guarnición, excelentísimos.
La tostada con brandada, sencilla y espectacular.
El flan de huevo, el mejor que hemos probado en años, mejor incluso que el de mi abuela y el de la abuela de mi abuela.
En fin, por menos de treinta euros (26) es un gran y sorpresivo descubrimiento.
Yo, y el resto de los que me acompañaron, volveremos a Canet con el pretexto de su modernismo, no, con la excusa de la playa del Maresme, tampoco, para visitar el Castillo de Santa Florentina, qué va... Iremos, única y exclusivamente, a comer al Bar Restaurante El Molí.
Insisto: la camarera que nos atendió; ¡ESPECTACULAR!
19/05/2025: Fuimos siete personas a comer el menú dominical. La verdad es que activé un plan B por si acababa haciendo caso a las escasas reseñas negativas. Pero no, opté por los consejos de la gente que había escrito bien sobre el local, la comida y los encargados del servicio. Menos mal...
La comida, casera no, muy, muy casera. Felicité no sé cuántas veces a la cocinera, que lleva cocinando desde los albores de la humanidad gastronómica. La chica que nos atendió, un diez. Paciencia tuvo y profesionalidad desbordó.
Lo bueno, a parte de la calidad del menú de fin de semana, es que los platos no incluyen suplemento. Lo que hay es lo que puedes pedir, sin miedo y sin miramientos y sin sorpresas finales.
A ver, los canelones, de diez.
La espalda de cordero, de matrícula de honor.
Las croquetas variadas, notable.
La ensalada con jamón y mató y miel, sobresaliente
El pollo relleno, parece un plato de Navidad buena.
El entrecot, cum laude tirando alto.
La butifarra con patatas, muy grande y exquisita
Las patatas fritas, caseras.
Los pimientos del padrón de guarnición, excelentísimos.
La tostada con brandada, sencilla y espectacular.
El flan de huevo, el mejor que hemos probado en años, mejor incluso que el de mi abuela y el de la abuela de mi abuela.
En fin, por menos de treinta euros (26) es un gran y sorpresivo descubrimiento.
Yo, y el resto de los que me acompañaron, volveremos a Canet con el pretexto de su modernismo, no, con la excusa de la playa del Maresme, tampoco, para visitar el Castillo de Santa Florentina, qué va... Iremos, única y exclusivamente, a comer al Bar Restaurante El Molí.
Insisto: la camarera que nos atendió; ¡ESPECTACULAR!