Almocabar en Ronda

Increíble cena en este restaurante típico de ronda. Desde que entras por la puerta huele a historia y cocina. Muy buenas carnes maduradas y las croquetas…. De otro planeta! Buena carta de vinos. Calidad precio brutal! Para repetir

He estado allí dos veces, noche tras noche, ¡lo dije todo! Pequeño y encantador restaurante de chef, servicio perfecto y sonriente. Probamos muchos platos en ambas ocasiones (2 parejas) y disfrutamos la mayor parte del menú. Desde la sopa hasta el bistec, todo estuvo perfectamente hecho. Salmorejo & Ajo Blanco fueron una explosión de gustos ¡El paté es imprescindible! El pescado era perfecto, T-bone muy recomendable. Deja que las cosas te recomienden, ¡te encantará!

comida elaborada y bien preparada. Servicio excelente, muy cordial y cuidando todo el detalle en un sitio muy acogedor. Recomendable y para repetir

Llamamos para reservar por aniversario, nos pusieron arriba en la bodega solos a mi mujer y a mi, para tener mas intimidad, con musica de fondo y un ambiente muy selecto, nos sorprendió bastante, pues el restauramte estaba lleno. La comida espectacular, muy bien presentada, la carta de vinos con mucha variedad. Bueno que pasamos una velada muy pero que muy agusto. El trato del camarero que nos tocó muy bueno ya que estaba atento para que no nos faltara de nada.

Pasamos una velada excelente en este restaurante recomendado por Le Routard. Acogida cálida y familiar, servicio sonriente, cocina bien elaborada, complementos acordes con la calidad de los productos cocinados: una excelente pulpa a la brasa, un salmón “lacado”, un tartar de atún realzado con trufa, etc, etc… sin olvidar una sangría servida con uvas escarchadas (voy a copiar la idea) un vino tinto de Ronda...en definitiva, un auténtico acierto...un agradecimiento especial a José y Javier por su acogida y consejos.

Cada comida fue genial. Servicio servicial y alegre. Croqueta de calidad + costilla + tarta de queso es la mejor para mí. También son buenos: salmón, cabra, cerdo, ternera.

Las mejores croquetas de la zona El atún es de calidad y muy fresco Las albóndigas están a otro nivel Todo buenísimo Muchas gracias Antonio un placer visitarte La tarta es la mejor que he probado …. Sin palabras ¡LO RECOMIENDO!

Buena comida y buen servicio de José y Javi Elección segura

Buena calidad de la comida, todo lo que pedimos estaba muy rico, pero el servicio incomprensiblemente lentos. Cuando llegamos estaba nuestra mesa y otra más, tardaron en traernos un primero para compartir frío que se tarda 1 minuto en emplatar, lo peor fue esperar los platos principales, uno a la plancha y otro que entiendo que solo había que calentar. Mientras veíamos que las mesas que habían llegado después de la nuestra les estaban sirviendo platos principales. Reclamamos en un par de ocasiones y encima no traen los dos principales a la vez. Una pena porque te llevas mal sabor de boca aún siendo buena comida.

Hace 3 años, después de un año de encierro pandémico nos apetecía mucho visitar las tierras de Málaga y nuestro viaje se convirtió en uno de los más bonitos que recordamos. El azar y las casualidades a menudo juegan buenísimas pasadas y tuvimos la gran fortuna de conocer a Miguel Retamero y a su pareja Carmen en Descalzos Viejos. Sus vinos y el lugar magníficos, pero lo mejor, y de largo, su compañía y charla. La visita acabó de la mejor manera posible, juntos en el Almocábar para tomar una raciones y platos que compartimos y disfrutamos enormemente. Hoy hemos vuelto a Ronda, no recordábamos el nombre del restaurante, pero sí la zona (extramuros) y la pequeña plaza donde se ubicaba. Lo encontramos, recordamos las mesas en el exterior y su pequeño pero acogedor interior y nos recibe Antonio, su nuevo propietario y responsable de cocina y nos da una calurosa bienvenida. Y el resto, pues os lo podéis imaginar y coincidimos con todas y cada una de las reseñas (positivas) que podéis leer. Una de las mejores y más sofisticadas ensaladillas que he comido nunca, unas croquetas de jamón inolvidables, un ajoblanco absolutamente exquisito, unas albóndigas de ibérico de genuflexión y un postre a base de crema de limay cítricos para acabar del mejor modo posible. Lo dicho, un felicísimo reencuentro, lo peor: vivir a más de 1.000 kilómetros de este templo gastronómico.