Alameda de Hércules en Sevilla

Pasear por los Jardines de Murillo, es una delicia

Lugar de esparcimiento y restauración clave en Sevilla.

Variedad de puestos navideños en la Alameda. Riquísimos los pasteles marroquíes del puesto de Saad. Con un té para acompañar, no se puede dejar pasar. Elaboración casera de gran calidad

Una zona muy agradable de Sevilla con muchos bares y un ambiente animado. Un lugar ideal para tomar una copa por la noche.

Da igual el dia, siempre es la mejor opcion en toda Sevilla. Diversidad en todos los sentidos de la palabra. Mi sitio favorito

Buen sitio para hacer cualquier plan, pasear, tapear, copas, hay de todo, el ambiente es bueno

Un sitio tranquilo para pasear, y bastantes terrazas para disfrutar

Muy bonita y acogedora plaza. Mucha restauración y por la tarde- noche puestos de Navidad y atracciones para adultos y niños.

En navidad ponen puestos de venta regalos

Para los que nacimos y crecimos por la zona centro y la Macarena yo particularmente en la Resolana, la Alameda de Hércules no es solo un paseo; es un escenario que hemos visto cambiar tantas veces que casi da vértigo recordarlo. Cuando yo era niño, aquello no tenía nada que ver con el bullicio elegante y turístico que tiene ahora. La Alameda era un lugar duro, crudo, auténtico… y también peligroso. Había prostitución a plena vista, mujeres que formaban parte del paisaje nocturno como si siempre hubieran estado ahí. Había borrachos, gente tirada en los bancos, peleas, gritos, y un ambiente que, para un niño, imponía un respeto enorme. Ir por la Alameda de noche no era cualquier cosa: te lo pensabas dos veces, porque entre la oscuridad, los bares de mala muerte y esa sensación de que todo podía pasar, daba miedo. Era un sitio con alma, sí, pero también con sombras muy largas. Luego llegó la renovación: obras, luces, terrazas, turistas, hipsters… y durante un tiempo parecía que la Alameda se había convertido en un lugar completamente distinto. Más limpio, más bonito, más vivo. Pero, curiosamente, al cerrar el círculo, volvemos a sentir ese cosquilleo en la nuca cuando cae la noche. Otra vez hay inseguridad, peleas, robos, grupos que se adueñan del ambiente, y esa sensación de descontrol que ya creíamos superada. Lo más irónico es que todo esto ocurre teniendo dos comisarías ahí al lado:Una Local y otra Nacional. Y aun así, la Alameda vuelve por momentos a recordarnos a la de antes, aunque con una cara distinta. Quizá por eso, quienes la hemos conocido desde los años más bravos, sentimos una mezcla rara: nostalgia por lo que fue, alivio por lo que llegó a ser y preocupación por lo que se está convirtiendo otra vez. La Alameda siempre ha sido un espejo del barrio… y ese espejo cambia, pero nunca deja de mostrar la verdad. MAXSEO