Los mejores restaurantes con pedidos a domicilio con pedidos para llevar
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Restaurante Zito’s Massanassa
Massanassa, <20€
19/03/2024: Una amabilidad excepcional de la señora que nos atendió!
26/02/2024: Buena atencion y servicio, y buena comida
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Deliziosa Gelaterìa Italiana
la Vila de Gràcia, Barcelona
16/12/2023: El peor helado de pistacho que me he comido en barcelona.
Insípido y nada cremoso
Vale la pena pagar un poco más y tener un velador de calidad
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Taperia a Madorra
Nigrán
27/07/2025: Decepción absoluta. Una pena.
Anoche fuimos 13 personas adultas (50 años) a cenar al restaurante A Madorra, en Panxón. Lo que vivimos allí fue una especie de experimento social entre el hacinamiento, la desorganización y la desfachatez. Spoiler: salimos sin entender si habíamos ido a cenar o a participar en una prueba de resistencia.
Para empezar, nos sentaron 13 personas en una mesa para 8 (siendo generosos). Juntaron tres mesas cuadradas y listo, solución mágica. Cuando pedimos una mesa más, nos indicaron amablemente que en el banco de piedra (con 4 cojines, eso sí) aún "cogía alguien más" (o sea 5 si o si). Al parecer, aquí el confort es opcional. En las cabeceras compartimos hueco dos adultos, y uno de nosotros cenó con medio cuerpo fuera del banco. Todo muy zen, muy "conéctate con tu incomodidad".
Pedimos comida para compartir (porque era lo que nos dejaban hacer): dos tortillas “grandes” para 13, que al parecer se referían al tamaño grande para un duende, ya que tocaron dos cuadraditos por persona. Las tablas de embutido nos hicieron replantearnos la física: tan finas que dejaban pasar la luz de la farola. El queso… mejor no entrar en detalles, por respeto al queso. Añadimos 2 pizzas, croquetas y pimientos... raciones tamaño "fodechinchos". Nada especialmente memorable, salvo el precio, claro.
Pero el momento estelar llegó cuando pedimos platos para comer. La camarera desapareció como Houdini. A la segunda vez que lo pedimos, nos dijo que no, que esto es para tapear, y que además no tenía 13 platos y que no los necesitábamos. Muy pedagógica ella. Finalmente, nos trajo tres platos de postre y se quedó tan ancha. Una joya de atención.
La sensación general fue que estábamos en una jaula de pollos de granja intensiva: apretados, incómodos, y comiendo con lo que se podía, como se podía. Un servicio surrealista que nos hizo pensar si estábamos en una cámara oculta. Pero no, era real.
En resumen: un lugar que vive de su ubicación frente a la playa, no de su servicio ni mucho menos de su profesionalidad. Una pena, porque con un poco de ganas y respeto al cliente podría ser otra cosa. Nosotros, eso sí, no volvemos ni con telescopio.