Comida en pareja, el pasado sábado, sencillamente excepcional. Se trata sin duda de un restaurante con una carta que presenta unos platos enraizados en la mejor tradición culinaria de Asturias, pero con el magnifico toque que Pedro Martino da a todo lo que hace. El resultado no puede ser mejor. Pedimos unos calamares excelentes y unos callos sencillamente sublimes, sin olvidar un sorprendente postre. Lejos por supuesto de la sofisticación mal entendida que ahora puebla las cocinas de muchos de nuestros restaurantes. En efecto, se puede ser un gran cocinero, manteniendo la esencia de los platos que se preparan, pero con un toque de calidad y técnica que hace, por ejemplo, que comer unos simples callos sea algo inolvidable. El servicio voluntarioso, y con ganas, quizás les falta un poco de soltura, pero visto lo bien que lo hacen, es cuestión de tiempo. Enhorabuena.