Restaurante Manuel Manuel en Lugo

El mejor arroz con bogavante que me he comido y la atención es inmejorable son lo máximo

⭐️⭐️⭐️⭐️ Una apuesta segura, sin florituras pero con sabor de verdad Este restaurante es uno de esos lugares que forman parte del paisaje de siempre. Sin lujos, sin modas pasajeras ni grandes renovaciones, pero con algo mucho más valioso: constancia, buen hacer y cocina de verdad. Aquí no se viene a sacar fotos para las redes, se viene a comer bien, como antes. La carta es clásica, de esas que no necesitan reinventarse cada temporada. Platos caseros, raciones generosas y ese sabor que solo se consigue con años de experiencia. No hay sorpresas, y eso es justamente lo que se agradece. Desde unos buenos callos, una tortilla jugosa, hasta un filete en su punto o una sopa reconfortante en invierno: todo está como tiene que estar. El local mantiene ese aire tradicional que, lejos de molestar, transmite autenticidad. Puede que no esté a la última en decoración, pero lo compensa con limpieza, rapidez y un servicio atento, que conoce a su clientela de toda la vida y trata a los nuevos como si fueran de casa. Los precios son ajustados, nada exagerado, y la relación calidad-cantidad-precio es difícil de superar. Ideal para quienes valoran lo de siempre, sin fuegos artificiales, pero bien hecho. En definitiva, un restaurante sin pretensiones, pero con alma. De esos a los que uno vuelve porque sabe que, pase lo que pase, va a salir satisfecho.

Comida de calidad y con estilo tradicional, raciones muy abundantes, buena atención del servicio, buen ambiente y un precio razonable, acorde con la calidad y servicio del restaurante.

Excelente servicio, se come súper bien, la comida está 100/10

Comida exquisita, trato profesional, atención magnífica, sitio para recomendar sin duda!.

Se come muy bien. Excelente atención.

Recomiendo las almejas a la marinera, la salsa está para hacer barquitos con el pan.

Como siempre el mejor. En atención, Servicio, calidad, amabilidad. Un placer visitarlos.

La comida no defrauda, la calidad del producto excelente y la cocina a la altura. El servicio es exquisito, tremendamente profesional. El ambiente mejorable. Los baños no olían bien. El comedor con poca personalidad, necesita una reforma.

UNA COMIDA INOLVIDABLE. Hemos viajado desde Andalucía cuatro parejas de amigos por la Ribeira Sacra, y ya el último día visitamos Lugo. Decidimos comer en el restaurante Manuel Manuel por las buenas recomendaciones y lo cierto es que superó nuestras expectativas, fue un almuerzo inolvidable que todos disfrutamos muchísimo. Habíamos reservado el mismo día y la primera de las gratas sorpresas fue que nos habían preparado una mesa circular en un reservado, donde estuvimos en la gloria. El servicio magnífico, insuperable, el camareroque nos atendió muy pendiente de que todos estuviésemos cómodos y que no nos faltase de nada, se adelantaba a nuestros deseos y nos hacía sugerencias muy útiles - sustituir setas de cardo por boletus, de temporada; en vez de pedir dos raciones de pulpo para el centro, mejor cuatro medias; pedir cuatro calderetas de pescado en vez de cinco, pues son abundantes, darnos a catar varios vinos...- y trayendo los platos en su momento justo - y eso que algunos compartíamos alguno además de los propios, y no era fácil-. La comida fue una absoluta maravilla: los boletus deliciosos, el pulpo a feira buenísimo, unas calderetas de pescado - con dorada, lubina, calamares..- riquísimas, y además percebes y unos bogavantes a la plancha indescriptibles. El vino - nos dió a probar varios y finalmente tomamos un blanco del Bierzo- sensacional, y los postres... qué delicia!. Terminamos la comida con unas copas de licor de hierbas y de orujo - cortesía de la casa, además del café, un gran detalle- . Finalmente, el precio muy ajustado, correctísimo, nos quedamos todos con la sensación de que cualquier propina que dejásemos sería insuficiente - aunque la dejamos, por supuesto- En definitiva, una comida inolvidable, y un restaurante al que cuando vuelva por Lugo habrá que volver sin duda. Ah! La última sorpresa de la comida: Al marchar, nuestro camarero ya no estaba, y al decir en la barra lo bien que habíamos comido y que nos hubiese gustado despedirnos de él, descubrimos que nuestro camarero era "el jefe", Don Manuel Expósito, propietario del restaurante! Un señor que es un profesional como la copa de un pino, al que desde aquí le mandamos un abrazo y nuestro agradecimiento. Gracias! Volveremos!