El restaurante tiene una hermosa vista a la terraza y al mar. Es semiabierto y está rodeado de ventanas y puertas de cristal, lo que permite disfrutar del ambiente de la plaza central sin demasiado ruido.
El club infantil organizó un evento de cocina de pizzas, donde los niños pudieron hacer sus propias pizzas y ver cómo se cocinaban en el horno. A mi hija le encantó.
Las bases de las pizzas están buenas, pero la selección de ingredientes es un poco rara. Si no te terminas la comida, tienen cajas para llevar, lo cual es genial.
El tiramisú está muy bueno, al igual que el carpacio de ternera.
El servicio fue pésimo: 4 peticiones y 20 minutos para intentar conseguir vino, momento en el que fuimos a la barra a pedir una copa para llevar.