Portal 22 en Valls

Menú estupendo, servicio eficiente y amable. Una gozada

Muy buen menú, un precio razonable, algo lentos, pero todo muy bien.

¡Gran descubrimiento! Platos muy bien elaborados y con ingredientes de calidad. Bikini de cola de buey, Meloso, mini hamburguesas, volcán de queso, langostinos con tempura…. ¡Todo muy bueno! Y que decir de los postres, geniales!!!!

Un lugar genial para disfrutar y sabotear de la comida y pequeños placeres: un buen jamón, pan de verdad, croquetas, micuit y un buen entrecot. ¡Muy atentos y con opciones sin gluten!

Fui a cenar con dos compañeros de trabajo. Un restaurante muy chulo, original, para nuestra sorpresa la cena fue espectacular, tanto las croquetas, las bravas con allioli verde…. las pluma ibérica estuvo de 10, el poste fue mousse de crema catalana con helada…Espectacular!!! Y tienen cócteles para bordar la cena. Repetiremos.

Diferentes ambientes y comedores que dan una buena tranquilidad para el almuerzo. Cocina de autor, que tiene muy buena calidad y cantidad, aunque echara de menos una carta algo más extensa.

Fuimos a cenar y nos llevamos una gran decepción , por la poca cantidad que traían los platos, era vergonzoso para lo que pagamos , nos fuimos con hambre . El sitio es muy chulo pero no iría más ,ni lo recomendaría para comer .

Buen restaurante para comer y cenar Cocina de autor lugar es bonito hay platos de todos los precios nosotros hemos pedido patatas bravas ( muy buenas ),volcán de queso ,maki anguila (muy bueno),Galta de ternera (muy jugosa con su puré ),txuleton muy bueno sabía a brasa y lo que más me ha gustado el Tentáculo de pulpo buenísimo tenía un sabor a brasa y super jugoso . Los postres muy buenos también ( torrija, escuma de crema catalana y el tiramisú )

Amigos, si quereis un restaurante para compartir platos muy bien elaborados os aconsejo el Portal22 de Valls a mi me ha sorprendido gratamente

Hacía tiempo que un restaurante no me había dejado tan encantado con tanto encanto. Portal 22, cumple la más alta norma de hospitalidad, sentirse extraño en su propia casa en beneficio del cliente. Nadie es extraño en ninguno de sus rincones, porque abres los ojos y te reconoces en cualquiera de ellos. Pertenece a la más alta aristocracia de los sentidos, el del gusto, que unido a los restantes, el comensal siente y luego piensa tan adorable visión. Inmerso en una casa, la propia intimidad invita a confidenciar la relación gastronómica-secreta. La lengua no tiene huesos pero aplasta con deleite desesperado el paladar más exquisito. Mente culinaria compleja y gustos sencillos. Joan, su chef y todo su equipo, son la sabiduría de la alta alimentación unida a pequeños detalles que gustan cuando uno está saboreando. Modernidad versus clasicismo, progreso culinario sin dejar en el sabor la ambrosía de los ideales entrantes, antesala de la directa consumación de platos elaborados, sofisticados, reminiscencias de la cocina a fuego lento, como hacía la abuela. Su decoración, su pintura y lámparas no solo crean la belleza sino que invitan a verla más con el cromatismo gris, blanco y marrón, portador de distintas atmósferas en su distribución. Y Chema, atiende la petición del comensal evocando a venero apuntes de un subsuelo gustativo que inicia como representación de quienes llegan al restaurante y ocupan sus mesas ofreciéndo con el deseo de saber la preferencia del comensal, con toda profesionalidad y humanidad. Escuchando a Chema la lectura de la carta con tono suave y profundo, se entrevé la construcción de la comida y las intenciones del chef con toda delicadeza gustativa siendo un bioma de ideas culinarias haciendo un bello encuentro entre la tierra y el mar que canta la belleza del territorio, y a más a más: BUENO, BONITO y BARATO.