28/06/2025: Una experiencia sorprendentemente cálida en KFC – El encanto inesperado de una mazorca
Hace unos días decidí visitar una sucursal de KFC casi por impulso. No buscaba una comida lujosa ni nada demasiado elaborado; simplemente algo reconfortante, rápido y sabroso. Pero lo que parecía ser una comida común terminó siendo una experiencia mucho más gratificante de lo que imaginaba, gracias a un pequeño detalle que, sinceramente, no esperaba que marcara tanta diferencia: la mazorca de maíz.
Desde el momento en que entré, el ambiente me pareció acogedor. La sucursal estaba limpia, con buena iluminación y un aroma inconfundible a pollo recién frito que abría el apetito apenas cruzabas la puerta. El personal fue atento, amable, y se notaba que tenían buen ritmo incluso en hora pico. Pedí un combo clásico de pollo crujiente con papas, bebida y, por curiosidad, decidí añadir una mazorca de maíz como acompañamiento.
Nunca imaginé que ese simple gesto cambiaría el tono de mi comida.
La mazorca llegó envuelta en papel aluminio, manteniéndose caliente, y al desenvolverla, el vapor desprendió ese aroma dulce y mantecoso tan característico del maíz fresco. A primera vista, era dorada, perfectamente cocida y cubierta con una ligera capa de mantequilla derretida que brillaba en la superficie, como si me invitara a probarla sin esperar más.
El primer bocado fue toda una revelación. El maíz estaba tierno pero con la textura justa para ofrecer resistencia al diente. No era ni muy blando ni muy duro; simplemente en su punto ideal. Lo más sorprendente fue el sabor: dulce, natural, casi como si hubiese sido cosechada esa misma mañana. La mantequilla realzaba todo sin opacarlo, y un leve toque de sal equilibraba el dulzor natural del grano.
En medio de los sabores intensos del pollo frito, con su rebozado especiado y crujiente, la mazorca actuaba como un pequeño descanso sabroso, aportando frescura y calidez al paladar. Era como si el plato principal te emocionara y la mazorca te abrazara. Un equilibrio perfecto.
Lo mejor de todo fue que no sentí que fuera un simple “extra” para llenar el plato. En esa visita, la mazorca se convirtió en protagonista silenciosa, en ese detalle inesperado que te recuerda por qué a veces los placeres simples son los más memorables.
Salí de KFC con el estómago lleno y una sonrisa honesta. No solo por el pollo, que sigue siendo un clásico irresistible, sino porque, por una vez, una mazorca de maíz me hizo sentir que incluso en la comida rápida puede haber momentos de verdadero disfrute.
28/06/2025: Fue todo muy bien y muy lucia atendió muy atentamente