18/10/2025: Correcto
El Restaurante Victoria Sangulí es una opción agradable y cómoda dentro del resort, perfecta para quienes quieren cenar bien sin salir del recinto. El local es amplio, moderno y luminoso, con un diseño de madera y piedra que resulta acogedor, y además suele haber sitio sin necesidad de reservar, algo que se agradece en plena temporada.
La comida está bien sin llegar a brillar. Las bravas son vistosas pero más de foto que de sabor; la calzone, sabrosa y bien horneada, solo se ve traicionada por un exceso de huevo que desequilibra el conjunto; y en general, los platos mantienen un nivel constante, correcto y sin sobresaltos. Ideal para una cena tranquila o familiar, con porciones generosas y servicio rápido.
El toque curioso viene del robot camarero, que entrega los platos con luces azules y precisión milimétrica. Una mezcla entre modernidad y espectáculo que añade un punto divertido a la experiencia. El personal humano, eso sí, sigue siendo el alma del servicio: amables, atentos y eficaces.
En definitiva, el Victoria Sangulí ofrece una experiencia correcta, sin pretensiones pero bien resuelta. No es el restaurante que recordarás todo el año, pero sí uno al que volverías sin dudar cuando apetece comer bien, sin colas ni sorpresas. Un lugar funcional, cómodo y con un toque curioso de tecnología entre madera y buena luz.
18/10/2025: Correcto
El Restaurante Victoria Sangulí es una opción agradable y cómoda dentro del resort, perfecta para quienes quieren cenar bien sin salir del recinto. El local es amplio, moderno y luminoso, con un diseño de madera y piedra que resulta acogedor, y además suele haber sitio sin necesidad de reservar, algo que se agradece en plena temporada.
La comida está bien sin llegar a brillar. Las bravas son vistosas pero más de foto que de sabor; la calzone, sabrosa y bien horneada, solo se ve traicionada por un exceso de huevo que desequilibra el conjunto; y en general, los platos mantienen un nivel constante, correcto y sin sobresaltos. Ideal para una cena tranquila o familiar, con porciones generosas y servicio rápido.
El toque curioso viene del robot camarero, que entrega los platos con luces azules y precisión milimétrica. Una mezcla entre modernidad y espectáculo que añade un punto divertido a la experiencia. El personal humano, eso sí, sigue siendo el alma del servicio: amables, atentos y eficaces.
En definitiva, el Victoria Sangulí ofrece una experiencia correcta, sin pretensiones pero bien resuelta. No es el restaurante que recordarás todo el año, pero sí uno al que volverías sin dudar cuando apetece comer bien, sin colas ni sorpresas. Un lugar funcional, cómodo y con un toque curioso de tecnología entre madera y buena luz.