sin exagerar, una de las mejores experiencias gastronómicas que he tenido en mucho tiempo. No solo por la comida, que es espectacular, sino por el conjunto completo: atención, ambiente, presentación y sabor en su máximo nivel. Si eres amante del marisco fresco y bien preparado, este lugar se convierte en parada obligatoria.
Empecemos desde el principio: el lugar está ubicado en una zona bastante accesible, ya sea que llegues caminando, en auto o transporte. Desde afuera, la fachada es sencilla pero acogedora, con ese estilo que te hace pensar que vas a comer bien antes incluso de sentarte. Al entrar, el aroma del mar te abraza —no ese olor fuerte de pescado, sino el perfume sutil de mariscos recién cocidos, mantequilla de ajo y limón. Es imposible no salivar.
Nos recibieron con una sonrisa auténtica. No una de esas atenciones mecánicas que uno encuentra en cadenas, sino una bienvenida que se nota que viene con gusto. Nos ofrecieron una mesa en la terraza (techada, ventilada, perfecta para el clima) y de inmediato trajeron una cortesía: tostadas crujientes con ceviche de camarón y una salsa de habanero suave que ya era un anuncio del festín que se venía.
El menú es amplio pero no abrumador. Se nota que está pensado con inteligencia: hay opciones para todos los gustos, desde clásicos como cocteles de camarón, filetes empanizados, pulpo a la parrilla, hasta combinaciones más elaboradas como pasta con mariscos, cazuelas estilo costeño y tacos de marlín ahumado.
Nos decidimos por una torre de mariscos para compartir, un ceviche de pescado estilo sinaloense, unos camarones al mojo de ajo y una cazuela de mariscos en salsa de chipotle. Todo llegó a la mesa a muy buen ritmo, con excelente presentación, porciones generosas y ese toque artesanal que se agradece cuando uno busca comida real.
La torre de mariscos es un espectáculo visual: capas de camarón, pulpo, jaiba, aguacate, mango, pepino y cebolla morada, bañada con una mezcla de salsas que balanceaban lo ácido, lo picante y lo dulce a la perfección. Cada bocado era una explosión de frescura y sabor.
El ceviche tenía pescado bien cortado, marinado con precisión, sin exceso de limón, con el punto exacto de sal y una mezcla crujiente de verduras que lo hacían adictivo. Lo acompañé con una michelada preparada con clamato y me supo a gloria.
Los camarones al mojo de ajo llegaron dorados por fuera, jugosos por dentro, con ese perfume embriagador a ajo dorado que no empalaga. Los acompañan con arroz blanco y vegetales salteados, que parecían simples pero estaban bien sazonados.
Pero el plato estrella, para mí, fue la cazuela. Una mezcla humeante de camarones, pulpo, almejas y calamar en una salsa cremosa de chipotle con un toque ahumado y picosito, perfecta para acompañar con tortillas calientitas hechas a mano. Me obligó a guardar silencio y concentrarme en cada cucharada.
Los precios son totalmente justos para la calidad y cantidad que sirven. No es barato, pero cada peso está bien invertido. Además, hay promociones por día, y el mesero muy amablemente nos informó de ellas sin que tuviéramos que preguntar.
El servicio merece un párrafo aparte. Estuvieron atentos sin ser invasivos, pendientes del ritmo de nuestra comida, ofreciendo sugerencias y asegurándose de que todo estuviera a nuestro gusto. Incluso nos ofrecieron empacar lo que sobró sin que tuviéramos que pedirlo. Ese tipo de detalles marcan la diferencia.
Y para cerrar con broche de oro, pedimos un postre recomendado por la casa: un flan casero de coco con caramelo y ralladura de limón. Suave, equilibrado, hecho ahí mismo, nada de industrial. El café también muy bueno, servido en tazas grandes, como debe ser.
La ambientación es otro de los puntos fuertes. Música tranquila de fondo, decoración náutica sin caer en lo kitsch, iluminación cálida, mesas limpias y bien distribuidas. Se puede ir en familia, en pareja, con amigos o incluso solo si se quiere disfrutar de buena comida con calma.
Lo mejor de todo es que se nota que aquí hay pasión por lo que hacen. No es solo un restaurante para vender, es un lugar don
Xe Da
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25 Mayo 2025
10,0