La comida aquí es genial y Alicia la dueña, es muy única, cálida y acogedora.
El servicio puede ser un poco golpeado y fallado a veces, pero realmente no resta valor a la gran atmósfera! Ha habido sesiones de jazz en vivo, cante y baile flamenco espontáneo, lecturas de poesía, exposiciones de arte y fotografía. Es maravilloso el modo en que la inimitable Alicia consigue combinar un restaurante/bar de tapas con un Centro Cultural.
Ten paciencia ya que la comida es muy sabrosa y diferente a las tapas habituales.