Pues mire usted, yo ya soy un hombre mayor, criado en el campo de toda la vida, y ahora que vivo cerca del Campus de Cartuja, he descubierto una joya que no conocía: la biblioteca de la facultad. No estoy estudiando ni falta que me hace a estas alturas, pero me gusta ir allí a leer mis novelas con tranquilidad, que uno tiene derecho también a soñar un rato aunque ya peina canas.
La biblioteca es muy amplia, con un silencio que da gusto, y con una cantidad de libros de ficción que ni en sueños pensé que habría. Me siento en una mesa con mi libro, y se me pasan las horas volando. A veces cojo alguno de esos más modernos, y otras me voy a los clásicos, que siempre reconfortan.