El servicio fue algo lento y la máquina no aceptaba pagos con tarjeta. Además, había entre 10 y 15 niños, de entre 10 y 14 años, que no eran clientes pero parecían conocer a alguien que trabajaba en Burger King. Se les permitió permanecer de pie en el mostrador de recogida de comida, lo que me dificultó recoger mi pedido; incluso tuve que pedirles que se movieran. Durante toda mi visita, estaban constantemente gritando, corriendo y vociferando, lo que hizo que el restaurante pareciera más un patio de recreo de secundaria que un comedor.
El sitio perfecto para los amantes de las hamburguesas. El personal de Burger King es excepcional en todos los sentidos. Desde el momento en que entras por la puerta, te reciben con una sonrisa y un trato amable que te hace sentir bienvenido. En especial Dayana y Emilio, siempre atentos y serviciales. Su profesionalismo y dedicación se reflejan en la eficiencia con la que manejan los pedidos, garantizando que recibas tu comida rápida y correctamente preparada.