Fuimos a una boda navideña y fue mágico. El lugar es maravilloso, no cambiaría nada excepto la zona que se usa como "altar" en la ceremonia. Había poco espacio/visibilidad. Los baños geniales también.
Lo han puesto muy bonito le hacía falta pero desde que echaron al camarero Rubén, la atención al cliente ha ido en decadencia, los de ahora son unos antipáticos, que apenas te hablan. Echamos demenos a Rubén, ya no volvemos.